Hoy es el Día de Juan Pablo Duarte, su aniversario 210, específicamente-, una mención que no resulta elemental hacer pues, bien se sabe, entre la población la información básica sobre nuestra principal figura republicana es pobre, oscura. Nuestra escuela también ha fallado en cuanto a enseñar a Duarte. Para peor, el traslado obligatorio de días festivos fomenta confusión, banaliza la jornada dedicada a su memoria. La fecha tiende a esperarse más por el asueto que por la oportunidad de resaltar las acciones e ideales del forjador de nuestra nacionalidad. Está pendiente fijar a Duarte, particularmente entre los jóvenes, como referente nacional eterno, práctico y fecundo para nuestra democracia.

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