El país ha tenido que afrontar muchas dificultades que al final se traducen en calamidad para la clase trabajadora, obreros, campesinos, profesionales liberales, emprendedores y los informales, entre otros.
El problema de los intereses políticos, que no falla en ningún escenario, sobre todo, las organizaciones que han estado ayer, hoy y quieren estar siempre en dominio de la cosa pública para sus particulares intereses y no los de la nación, es un detalle delicado.
Ahora que afrontamos una terrible pandemia que llegó sin avisar ni preguntar, debemos dar el cien por ciento, pero hay que dejar un espacio para la prevención, no sólo en salud, educación y la economía, sino, con esmerada atención, al campo y a la producción, Medio Ambiente y la preservación de los recursos boscosos, hídricos y especies de la flora y la fauna
Todo esto, porque los depredadores siguen como si nada pasara, talando, quemando, ocupando terrenos, destruyendo ríos, arroyos y otros recursos hídricos que son ahora marcadamente importantes y, lo serán más, cuando la secuela del COVID-19, entre en su punto más difícil y comience a cobrar a los menos deudores.
Son constantes las quejas de los ciudadanos sensatos al respecto sin que las autoridades responsables den la cara como se debe. No solo en Duquesa, Haina y otros vertederos, las manos dañinas están metidas, sino también en las reservas naturales más preciadas.
Si las autoridades de Medio Ambiente se dieran la vuelta o comisionaran a inspectores honestos y responsables, lo que pasa ahora en Rincón de Yuboa, Bonao; camino a Rancho Arriba y, en Constanza y otras localidades con la tala indiscriminada e incendios forestales para hacer conucos, otro gallo cantaría.
Si esto se hiciera con los funcionarios dueños de empresas de agregados, de madera y de negocios políticos, el país no tuviera nada que envidar a otras naciones. Pero como el juego es aprovechar ahora que estoy en el cargo o tengo la relación, sin importar el porvenir, así caminamos. Cuidemos estos detalles.
