Las elecciones pasadas supusieron un enorme desafío para la institucionalidad dominicana. Fuimos la primera nación en celebrar unos comicios, en medio de la pandemia, con todo lo que significó en términos de medidas de seguridad.


Además, la confianza en la Junta Central Electoral (JCE) cayó en picado tras los fallos del sistema de voto electrónico durante las elecciones municipales de febrero 2020. En medio de ese escenario, más la fractura del Partido de la Liberación Dominicana que sucedió en octubre de 2019, los electores mostraron una tendencia electiva que había llamado muy poco la atención en comicios anteriores: fragmentaron su voto.

Así, junto a la mayor abstención electoral de los últimos años, los partidos como opción se vieron superados. La ciudadanía asumió las propuestas y performance de figuras políticas, algunas incluso como outsiders que migraron del entretenimiento, y dejó de lado las lealtades a instituciones específicas.

De ese modo, un personaje como José Horacio, que aspiró por un partido minoritario, tuvo uno de los mejores desempeños, a pesar de que el resto de figuras de su organización recibió menos valoraciones positivas. Lo mismo sucedió en los partidos mayoritarios, hubo figuras que recibieron apoyo independientemente de la organización con la que se presentaron. En el caso del PLD, quizá pueda matizarse esta última idea, considerando su situación de ruptura en aquel momento.

Con este escenario, es de prever que para los próximos comicios también sea una buena idea ver las propuestas de las figuras políticas. Hasta el día de hoy, las opciones son caóticas y poco relevantes, eso le da la ventaja a Abinader, en caso de que decida repostularse, pero fuera de las presidenciales, quizá convenga mover la mirada hasta los puestos municipales y congresuales.

¿Quiénes tienen una postura en torno a qué? Me pregunto si las y los aspirantes a las alcaldías y puestos en el Congreso Nacional tienen algo que decir sobre sostenibilidad, desarrollo económico, políticas públicas, nuevas tecnologías, desigualdades o alguna idea más allá de la línea del partido.

Si en los pasados comicios hubo figuras que llamaron a la atención porque venían de entornos distintos a los de la política tradicional, es lógico asumir que el año que viene continuará el descenso de la política paleolítica. El otro día, algunos periodistas discutían en redes sociales las diversas opciones que había en el escenario político dominicano, y no pudieron identificar alternativas con oportunidades reales de representar una diferencia en las jornadas electorales futuras.

Hubo otros que se dedicaron a evaluar las propuestas de valor de los partidos políticos locales, desde el punto de vista de sus relatos. En ningún caso hubo ideas de dónde poder asirse para un debate más allá del “Dizque que tú sí, dizque que yo no”, citando un viejo dembow de principios de 2010.

Sin ánimo de sumarme al escenario sombrío de los debates en redes, sí quisiera conocer en profundidad cuáles son las propuestas de valor que movilizarán a la gente en las próximas elecciones. Y no me engaño, sé que un porcentaje muy alto de la intención de voto es emocional, sin nada que ver con el razonamiento. Pero, cuando el sistema de partidos se encuentra en el punto de confianza en que se halla el dominicano, las figuras, sus relatos y la substancia de estos, son las que pueden mover las elecciones.

Abinader lo consiguió así con su propuesta del Cambio. José Horacio logró instalar la idea de la Buena Política. Y aunque en esencia son dos propuestas limpias, me parecen insuficientes para el fortalecimiento de un liderazgo luego del 24.

Claro, ambas figuras políticas, desde sus distintas dimensiones, han capitalizado un liderazgo alrededor de ellas. Pero, en sentido general, ¿en qué pie estamos parados?

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