Honestamente no creo, como vi escrito recientemente, que la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, sea uno de los principales factores responsables de los déficits que durante las últimas décadas han empujado a República Dominicana a los peores lugares en calidad de la educación. Sí sé que en esta llamada era del conocimiento la sociedad dominicana debe aprovechar todo tipo de oportunidad para recuperarse del atraso en calidad educativa heredado del pasado, medido por instituciones nacionales e internacionales.

Por eso pienso que la ADP debe reconsiderar la decisión de su alta dirección de ausentar a los maestros de las aulas en ocasión del reinicio del año escolar, bajo el alegato de que Ómicron, la última variante del COVID-19, puede contagiar de la epidemia a educadores y educandos. Ojalá que en la rueda de prensa que tenían convocada para ayer jueves a las 5 anunciaran que vuelven a las aulas.

El paro convocado por ADP se produce contraviniendo las razones de las autoridades del MINERD y de Salud Pública, del Colegio Médico Dominicano y prestigiosos especialistas, las asociaciones de padres y amigos de la escuela, así como de lo que ocurre en el resto del mundo, donde empezando por Estados Unidos y la Unión Europea, mantienen las clases presenciales al tiempo que combaten el COVID y sus variantes.

Los argumentos en contra del boicot a clases son demoledores: Senén Caba, el presidente de los médicos ha advertido que en las escuelas los estudiantes están protegidos por los protocolos anti-COVID, reciben alimentación, y son mantenidos bajo el cuidado y la disciplina del aula. Parecido criterio ha expresado José Joaquín Puello, el respetado especialista y ciudadano.

Daniel Rivera, ministro de Salud, ha citado cómo el recuento estadístico demuestra que durante estuvieron en clases los escolares computaron los más bajos registros de contagio. Que, en definitiva, las aulas son lugares más seguros que los barrios.
Los directivos de ADP arguyen el carácter altamente contagiosa de la ómicron, pero las estadísticas mundiales y los boletines epidemiológicos nacionales evidencian que sus efectos son menos severos que las variantes anteriores de la pandemia, por lo que requiere tratamientos menos intensos, y está siendo mejor administrada por los sistemas de salud.

El presidente Luis Abinader ha advertido que no debemos volver a los confinamientos y otras restricciones que paralizan la actividad productiva, el turismo y el comercio, posición que respalda el sector empresarial, y todos los que celebramos la especie de relanzamiento que, como respuesta de todos a la epidemia, ha convertido a RD en ejemplo latinoamericano de resiliencia y empuje.

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