El 2020 en definitiva fue el año que nos hizo reflexionar. Cargado de pérdidas humanas, ha sido el más desafortunado que recuerde donde la ausencia de seres queridos, permanente o temporal, ha sido uno de sus denominadores en común. Y sigue siendo una constante en su devenir.

Un año donde el coronavirus nos puso de rodillas y saco lo mejor y lo peor de cada uno.

Un año que sorprendió al sistema de salud de todo el mundo, haciéndolo, incluso, colapsar.

Resulta irónico, sin embargo, decir que ha sido el año en el que más hemos aprendido. También ha sido el año donde la Atmosfera se ha depurado.

Hemos aprendido a valorar lo que verdaderamente importa: la salud y el orden familiar.

El 2020 ha venido a recordarnos que la vida además de ser algo extraordinario, es sumamente frágil y que somos vulnerables.

Siempre estamos y estaremos expuestos a situaciones que escapan de nuestro agendado orden, de nuestro control.

Hemos aprendido a reconocer cuantas cosas materiales sobran. Con cuantas cosas menos se puede vivir y que tantas otras cosas podemos hacer en solitario.

Hemos aprendido a valorar el saludo del vecino que por andar siempre deprisa habíamos olvidado; valoramos el sabor de ese primer sorbo de café del día, apreciamos la puesta del sol o el nacimiento de una flor que tantas veces pasamos desapercibido y ahora tanto nos alegra el día.

Hemos aprendido que ser ostentosos y atesorar fortuna no solo no nos resguarda de un quebranto de salud, sino que tampoco nos garantiza una cama ni un ventilador en un hospital.

Todo este aprendizaje a algo bueno nos debe conducir.

Según los astrólogos, en 2021 se impone un nuevo orden social, una nueva escala de valores deber surgir, es el año de redefinición de nuestros valores.

El 21 de diciembre se produjo el solsticio de invierno para el hemisferio Norte y de verano para el hemisferio Sur, se produjo, conforme los astrólogos, la alineación cósmica de los dos planetas más grandes de nuestro sistema solar: Júpiter y Saturno. La Gran Conjunción, le denominan los astrólogos.

Desde ese punto de vista, esa conjunción trae consigo una energía más sutil, cambiante y mental que provocara un desapego a lo físico y a lo material.

Si nos detenemos a pensar todo lo que hemos vivenciado durante el 2020 y realizamos una introspección, no cabe duda que el presagio de los astrólogos guarda mucho acierto.

Ahora valoramos el amor, la entrega, la paz, la solidaridad, la gratitud, la responsabilidad, la honestidad, la compasión, la tolerancia, la paciencia, la humildad, la sensibilidad, la libertad, el tiempo…

Todos ellos, hasta ahora, valores relegados, olvidados, sustituidos por cosas materiales, irrelevantes, efímeras, fatuas, presuntuosas.

Por fuerza, el 2021 nos sirve para poner en práctica lo aprendido en el 2020.

Valorar la salud, el sustento bien habido, el pan en nuestras mesas, la mano amiga que se extiende. Que este ano que se estrena sea la graduación del aprendizaje que ha significado para el mundo el 2020.

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