Los trastornos mentales como la depresión y los factores ambientales pueden llevar a una persona al suicidio

El duelo que se vive cuando alguien muere es devastador, pero cuando es por suicidio es algo inexplicable, así lo manifiestó la presidenta de la Fundación Ángeles de la Guarda y también psicóloga, Pilar Sánchez Romero, quien resaltó que su organización surgió tras el suicidio de su hermano de 26 años.
“Sólo quienes viven el suicidio de un ser querido, pueden entender a lo que me refiero. Es un dolor y una culpa que te acompaña todo el tiempo. No se supera, se aprende a vivir con eso. Hay un momento del duelo que te culpas y luego lo culpas a él o ella, cuestionando el porqué no dijo nada de lo que le estaba pasando”, expresó Sánchez Romero con mucha nostalgia.

Narró que hace aproximadamente ocho años que su hermano se suicidó. “Todavía me aterra pensar lo que él pasó en soledad. Después de eso, nosotros analizamos su comportamiento y evidenciamos que había una depresión presente. ¿Qué te hace pensar la depresión? Que a ti nadie te quiere y que el suicidio es la salida”, resaltó.

Factores que inciden

Se habla de que los factores de riesgos son múltiples, sin embargo, la mayor prevalencia se da en aquellas personas que padecen un trastorno mental. “Entre los más comunes están: la depresión, el trastorno de la personalidad y la esquizofrenia. Quienes los padecen van a estar más expuestos a cometer suicidios en algún momento de su vida”, sostuvo Sánchez Romero.

También hay factores ambientales, como la pérdida del trabajo, el divorcio, la muerte de un familiar… “Son situaciones a la que nosotros respondemos de manera natural viviendo el duelo, pero hay personas que no cuentan con algunas herramientas para vivir adecuadamente ese proceso, por lo que en algún momento pueden estar expuestos a cometer suicidio”, subrayó la especialista.

Comportamiento suicida

Según Sánchez Romero, el comportamiento suicida es muy evidente, y puede ser tan simple como el abandono del autocuidado. “Con esto no quiero crear la paranoia, de que un hermano, un hijo, el esposo… están abandonando su apariencia debido a que están pensando en suicidio. Si este comportamiento viene acompañado de tristeza profunda, llanto, pérdida de interés en las cosas que antes les parecían interesantes, de aislamiento social (empieza a quedarse solo en su habitación y ya no quiere compartir con los amigos), tiene cambios bruscos en el apetito y en los patrones de sueño, además, añade expresiones como: “¿Qué hago vivo?”, “A mí nadie me quiere”, “Ustedes estarían mejor sin mí”, son señales que hay que prestarle atención”, aconsejó la psicóloga.

Sobre ello, añadió que: “Si nosotros estamos conscientes y presentes en la vida de esas personas, puede que se evite el suicidio. De hecho, la Organización Mundial de la Salud dice que 8 de cada 10 personas que se suicidan, dan señales claras de sus intenciones”.

Llama a que si en casa se observan estos comportamientos, hay que prestarle la debida atención y buscar ayuda. “Hay algo que imposibilita, en muchas ocasiones, el abordaje adecuado en estos caso, y es que las familias, tienen la falsa idea, de que lo están haciendo para llamar la atención, y sí, lo están haciendo para ello, porque necesitan la ayuda”, manifiesta a elCaribe, resaltando que la única forma en la que piden ayuda es a través de esos comportamientos.

Edad
Según Sánchez Romero, están expuestos al suicidio desde los niños hasta los envejecientes. “Desde los 8 años un niño puede presentar ideas suicidas. Se dice que desde los 16 hasta los 27 años es donde está la mayor prevalencia de este acto”, puntualiza.

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