Cada año, a esta metrópolis llegan más de 60 millones de turistas. Es la “Babel de Hierro” que todos quieren visitar

La ciudad de Nueva York es maravillosa, atractiva, singular y -como siempre- con todo su glamour.

El “lead” (introito) que da pie al presente reportaje no debe extrañar a ningún lector. Y máxime si el lector, como turista “adinerado”, es viajero frecuente, que visita con asiduidad a Nueva York.

Esta gran metrópolis, por más veces que usted la visite, siempre tiene algo nuevo que dar a conocer. Y, mediante las caminatas por todo su entorno amplio, especialmente por Midtown y el Bajo Manhattan, aparecen nuevos atractivos.

Este periodista, que ha estado por estos predios más de un centenar de veces -la mayoría de las estancias en su rol de reportero deportivo, cubriendo grandes peleas del boxeo mundial, montadas en el mítico coliseo Madison Square Garden-, se llena de asombro a constatar las maravillas de esta ciudad.

Walterr Morán, un dominicano oriundo del popular barrio San Carlos, en Santo Domingo, y quien lleva en Estados Unidos más de 40 años (es nacionalizado estadounidense), es uno fino anfitrión y testigo ocular- objetivo de todo el acontecer neoyorquino.

Walter, locutor de profesión, pero que en USA ha sido un trabajador durante más de tres décadas en otras áreas del saber -con buenos salarios-, dice que “yo no cambio a Nueva York por ninguna otra ciudad. Bueno, sí la cambiaría por mi Santo Domingo querido, porque nunca olvido mi patria”.

Mientras disfrutaba de un sabroso salmón a la parrilla, junto con quien escribe, en un exquisito restaurante del Bajo Manthatan (en Times Square), Walter Morán formula una pregunta que califica de “tonta”: ¿Crees qué que podría existir en otras partes de este mundo algo mejor que este ambiente tan especial y decente?
-Bueno, tú, que eres un veterano viviente de Nueva York, tendrás tus razones para atreverte a proclamar, con tu pregunta capciosa, que “nada mejor que esta gran metrópolis”-, reaccioné de inmediato a sabiendas de que se iba a reír, a todo pulmón y satisfacción egocéntrica, con las últimas muelas, como en efecto ocurrió.

En un informe -especie de brochure- leí en el mismo restaurante donde degustamos la comida, lo siguiente: “Alan Estrada es un experimentado guía de turistas…él va acompañado de varias personas y las invita a recorrer la ciudad de Nueva York. Recorrer emblemáticos lugares como Times Square, Central Park, el Museo de Historia Natural, la Quinta Avenida (en inglés Fifth Avenue) y considerada como la avenida más famosas de NY, y el Grand Central Terminal”.

El Gran Central, donde llegan cientos de trenes y autobuses para emprender caminos hacia otras ciudades de EE.UU, es -literalmente- un “mar humano”.

Una ciudad consumista, como Nueva York, lleva especialmente al turista (al visitante no inmigrante) a “comprar lo que no tenía planeado comprar”.

Macy’s, famosa tienda por sus extensos espacios donde hay de todo, es quizás donde más asombrados quedan sus visitantes. Esta tienda, ubicada en la famosa calle 42 y sexta avenida (Bajo Manhattan), es calificada como “paraíso para unos y el infierno para otros”.

Por otro lado, además del funcionamiento de grandes tiendas, restaurantes, sus grandes museos y centros de diversión, en el Bajo Manhattan operan la Organización de las Naciones Unidas (ONU) (calle 145 a esquina Primera Avenida) y el famoso Wall Street donde se realizan las grandes operaciones que concierne a la poderosa economía de USA.

No creas que aunque te consideres un turista frecuente de Nueva York, terminarás diciendo -con todas tus estancias- que aquí lo ha visto todo. No, y no. La realidad es que nunca acabarás viéndolo todo.

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