A la incontinencia urinaria durante la noche se le conoce como ‘enuresis’, y es un motivo de consulta frecuente para pediatras y especialistas en nefrourología

Cada niño lleva su ritmo para todo. No obstante, para muchos padres supone un dolor de cabeza el conseguir lo antes posible el control de esfínteres de sus menores, no siendo siempre posible.

Igual que unos dejan de hacerse pipí en la cama a edad temprana, otros todo lo contrario, lo logran tarde.

“Habitualmente el control de la vejiga se consigue entre los 2 y los 4 años”, precisa la Asociación Española de Pediatría (AEP), aunque insiste en que cada menor lleva su ritmo.

A la incontinencia urinaria durante la noche se la conoce como ‘enuresis’, y es un motivo de consulta frecuente para pediatras y especialistas en nefrourología. Según afirma la AEP, en la mayor parte de los casos se desconoce por qué unos niños mojan la cama más allá de los 5 años, mientras que otros no.

Se ha llegado a relacionar con la herencia genética, con que los padres también lo hayan hecho; o por ejemplo con el sexo, siendo más frecuente en los niños; por beber mucho antes de acostarse o mientras se duerme por la noche; por no ser capaces de despertarse para hacer pipí; por estreñimiento crónico, de forma que se produce una presión del intestino lleno de heces sobre la vejiga; o bien por problemas psicológicos, como el estrés, los conflictos familiares o los escolares, o por ejemplo ante la llegada de un nuevo hermanito, enumeran los pediatras.

En este sentido, la doctora Lorena Fernández Liarte, pediatra especialista en Nefrología pediátrica del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, subraya que uno de cada 10 niños presenta dificultades para alcanzar la continencia urinaria, principalmente sobre el control de esfínteres diurno (en la edad de los 2-4 años), como en el caso del control de la orina nocturna (entre los 5-6 años).

“El hecho de existir antecedentes familiares en algunos casos, a menudo conlleva que se trivialice la situación y no se ponga remedio, en espera de una resolución espontánea, que no siempre llega. Mientras tanto, la cronificación del trastorno afecta a la autoestima del niño (miedos, culpa, vergüenza, aislamiento social) e interfiere con la dinámica familiar y el estilo de vida actuales”, alerta la especialista.

Cuándo consultar

En concreto, la AEP recomienda consultar con el pediatra cuando exista una preocupación, por parte de los padres, por esos escapes de orina, ya que temen que algo no va bien; o bien ante el temor de las posibles repercusiones que puedan causar esta falta de control de esfínteres en el menor, en especial si el niño moja la cama casi todas las noches, o si es mayor de 7-8 años.

Otros motivos por los que la sociedad científica aconseja la consulta médica son:

•Si la ‘enuresis’ aparece después de no haberse orinado al menos durante seis meses seguidos.
•Ante cambios en la cantidad o en el número de veces que orina al día.
•Si hay estreñimiento o encopresis (hace sus necesidades en la ropa).
•Ante dolor, escozor o dificultad para orinar.
•Si orina de forma turbia, maloliente o con sangre.
•Ante un chorro fino al orinar o escapes de gotas de orina después de finalizar.
•Si presenta escapes de orina durante el día, excepto si la causa es que el niño no va a orinar porque está atrapado por el juego, o la tele, por ejemplo.
•Si se asocia con un cambio repentino de la personalidad o del estado de ánimo del niño.

Anomalías anatómicas o funcionales

Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) consideran también que la enuresis debe ser estudiada en caso de sospecha porque puede suponer un signo de anomalías anatómicas o funcionales, es decir, puede suponer el preámbulo de una lesión de la función vesical o renal, ya que hay una relación estrecha entre la infección urinaria, el reflujo vesicoureteral y los trastornos miccionales; y también por todo el estrés, ansiedad, angustia o tensión que puedan generarse en el niño.

“El 60 % de las consultas por incontinencia entre los 4 y los 14 años son por vejiga inestable, vejiga hiperactiva o por hiperreflexia del músculo detrusor”, precisa. En concreto, indica que durante el primer año de vida, en un niño normal, la frecuencia de micciones es de 20 veces al días aproximadamente; una cifra que disminuye con el crecimiento. A los dos años se reduce a la mitad; y sobre los siete años es de alrededor de cinco veces al días.

“Para que esto no ocurra, un niño necesita una vejiga de buena capacidad (que sea capaz de vaciarse completamente). El mecanismo esfinteriano debe estar cerrado durante la fase de llenado, y abierto durante la micción, para permitir un vaciamiento completo de la vejiga a baja presión”, indica.

En concreto, este control del ciclo miccional depende del sistema nervioso y precisa de la integridad anatómica de la vejiga, del sistema esfinteriano, de los nervios periférico, así como del sistema nervioso central.

Tratamiento

El tratamiento de una incontinencia siempre debe comenzar instando a realizar una higiene miccional correcta, y a resolver el estreñimiento si lo hubiere. Si no responde a este tratamiento, la AEPAP indica que se puede implantar un tratamiento farmacológico con anticolinérgicos, o bien derivar a la consulta de urología pediátrica.

Posted in EstiloEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas