La pasión que Julio César Urbáez le puso a sus carreras, les sirvió a sus tres hijas como orientación vocacional

El docente y abogado Julio César Urbáez tuvo que trabajar desde muy niño para echar hacia adelante, estudiar y poder tener un futuro. Él es el vivo ejemplo de que cuando se quiere se puede.
Nunca se cansó de luchar por lo que quería. Desde muy joven estuvo enfocado en estudiar y trabajar para un futuro mejor, que aunque no tenía las condiciones económicas para ello, se esforzó y lo logró. Fue vendedor de pan y maní; limpiabotas y un trabajador social en proyectos de desarrollo comunitario y formación, así lo compartió para elCaribe Cesarina Urbáez, una de sus tres hijas, quien a sus 26 años siguió los pasos de su padre al estudiar la carrera de derecho.

“Lo que me inspiró de mi padre para estudiar esta carrera fue ver la pasión que él sentía por los temas legales. Eso es algo que me sirvió de impulso”, dijo Cesarina con mucho orgullo.

Como profesional, lo define como una persona responsable, un trabajador incansable, alguien a quien siempre le gusta ayudar a los demás y se entrega por completo a lo que hace.

“Sobre los estudios, mi padre es muy recto, porque no quiere vernos rezagadas, sino que nos mantengamos activas e innovando en nuestras carreras. Siempre sigue impulsándome a seguir capacitándome en mi área”, manifestó la abogada.

Para Cesarina, su padre es su guía, quien le ha enseñado que no importa de dónde vengas, sino más bien a dónde quieres llegar; a nunca rendirse o quedarse a mitad de camino, sino luchar por los sueños y hacerlos realidad.

Amor por la docencia

Por otro lado, Sabrina Urbáez, de 20 años, no se quedó atrás, y se enamoró de la docencia, carrera que también estudió su padre Julio.

“Es evidente que la educación dominicana es pobre, sin embargo, hay algunos maestros que trabajan para mejorar esto, él es uno de ellos, y justo eso me inspiró, querer formar parte de la mejora educativa y seguir esparciendo este propósito con colegas y el país”, resaltó Sabrina.

Además, añadió que gracias a su esfuerzo, su padre se ha convertido en un gran maestro, director y abogado. “Preservar es uno de los valores que más emana de él y es uno de los que más me inspira a seguir con mis metas, con dedicación y tiempo”, puntualizó Sabrina, quien estudia docencia en el Instituto Superior de Formación Docente Salome Ureña (Isfodosu).

Enseñanza

Aunque Patria fue la única que no estudió una de las carreras de su padre, sino Comunicación Social mención Periodismo, de él siempre le ha inspirado la sed de ser alguien reconocida por su trabajo en la sociedad, de trabajar dignamente para conseguir calidad de vida y el ser una persona humilde. “Mi papá siempre habla de ser lo mejor en lo que hacemos y dedicarle tiempo a eso que queremos ser, sea cual sea el oficio que elijamos. Como periodista, las enseñanzas y valores que me ha inculcado mi padre, me sirven para ser, tal y como mi nombre dice, una servidora justa de la patria, hablar siempre con la verdad y sentir pasión por lo que hago”, manifestó Patria. Las metas alcanzadas por Julio y el echar para adelante con pocas herramientas, son fuentes de inspiración para ella. “Saber que él pasó de ser un niño limpiabotas a dirigir una institución educativa, es más que suficiente para comprobar, aunque suene cliché, que nada es imposible y que no importa de dónde vienes, si sabes a dónde quieres ir”, dice con mucha satisfacción. Las tres resaltan, que Julio nunca les dijo qué estudiar, ni estuvo en contra de la carrera que tomaron, al contrario, siempre las apoyó y está orgulloso de ellas.

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