El 2022 será bueno si empiezo por mí: cambiar lo que debo, atender lo pospuesto, priorizar la salud física y mental, recibir la ayuda que necesito

Los dos años anteriores, por los motivos acontecidos en el ámbito mundial a raíz de la COVID-19, hubo acciones de la lista personal de un porcentaje alto de personas que conozco que variaron considerablemente y se quedaron planificadas.

Despedidas de seres queridos; interrupciones de viajes; personal que perdió sus trabajos; y esa especie de “miedo ambulante” entre el extremo cuidado por la pandemia; las indecisiones para la colocación de las vacunas, etc, eran hechos que sucedían, mientras el calendario del año seguía su curso. Ahora, a pocos días del año 2022, me acerco a la psicóloga clínica, Camila Hasbún, experta en neurociencias y educación, con quien abordo tópicos a tener en cuenta para dar la bienvenida al nuevo año.

Inicio con el cuestionamiento de que si es útil hacer una lista de metas para iniciar un nuevo año, su respuesta fue que ¡sí!, que se encuentra muy de acuerdo con que se hagan, dependiendo siempre de las preferencias de cada quien y lo que a cada uno le funcione. El simple hecho de escribir y tenerlo en frente es muy beneficioso para la memoria, para su monitoreo y llevarlo a cabo.

Hacer una lista o no hacerla, no debería causar ansiedad, lo ideal es hacer lo que le funcione a sí mismo, siempre y cuando le oriente a salir de la comodidad, a buscar retos y desafíos que inviten al ser a madurar y crecer en este nuevo año. Para trabajar en esto, el primer paso es identificar lo que es más trascendente y relevante, asegurando que su listado no esté influenciado por el de otros y sus deseos.

“Debo establecer qué cosas valoro y qué cosas priorizo, así como qué deseos y motivaciones intrínsecas tengo. ¿Qué me mueve?, ¿qué haría sin recibir retribución o a pesar de las circunstancias?, ¿qué cambios quiero obtener para mi propio beneficio o el de otros? Son preguntas que deberíamos hacer previo a esa selección. Una vez las identifique, sugeriría anotarlas en orden de prioridad y establecer un plan específico de acción para cada una de ellas”, expresó Hasbún.

Indica que uno de los errores que se cometen generalmente a final de año es emocionarse demasiado y escribir metas poco realistas y organizadas, por lo que sugiere categorizar y clasificar para monitorear mejor, ya que puede ser más efectivo, que simplemente escribir sin intención, y solo con el deseo que suele irse cuando las cosas se empiezan a poner difíciles. “Mi recomendación es primero clasificar las metas por su tipo: personales, escolares, familiares, laborales, espirituales. Luego, establecer si esta meta es algo que quisiera conseguir a corto, mediano o largo plazo, lo cual me ayuda a identificar la prioridad y regular mejor mis decisiones respecto a la meta misma”, manifestó Camila.

Hay que establecer con especificidad el curso de acción que se tomará para la meta. En este punto sirve seguir pasos muy específicos, es decir, si se quiere una meta personal a corto plazo de hacer ejercicio, la acción debería incluir día, lugar, horas, alarmas, llamadas o lo que se debería llevar a cabo para que esto suceda.

La psicóloga informó que en una encuesta nacional realizada en el 2016, en Estados Unidos, los datos indican que de un 41 % de americanos que hicieron su “lista” para iniciar el año nuevo, solo un 9 % la mantuvo. La mayoría de las personas dijeron que las habían dejado porque eran poco realistas, no las monitorearon, las olvidaron o tenían demasiadas.

“¿Se parece a nosotros? Claro que sí. Para aquellos que dejaron de creer en su planificación le aconsejaría pasarlas por un filtro: realismo, propósito y motivación”, argumentó la experta.

¿Es mi meta realista? Muchas veces tenemos metas muy elaboradas y alejadas de la realidad. Si quieres cumplirlas ¡Aterrízalas! Por ejemplo: si deseas empezar a ejercitarte y nunca lo has hecho, proponte a empezar 2 a 3 veces por semana, en vez de todos los días.

¿Tiene mi meta, propósito? Somos más propensos a perseguir lo que tiene un propósito y un motor trascendente detrás. ¿Por quién lo hago?, ¿para qué lo hago? y ¿por qué lo hago? Son preguntas básicas para determinarlo.

¿Me motiva a mí o a otros?, ¿es lo que me mueve?, ¿por qué me motiva? Cuando las cosas se ponen difíciles, son el propósito y la motivación que le arraigarán a la meta.

Camila deja la siguiente reflexión: “si yo soy el dueño de mis metas puedo reestructurarlas, posponerlas y manejarlas como desee, siempre y cuando mi motivación no sea acomodarme a mí mismo, sino orientarme a resultados más realistas y organizados”.

Dado a que se vive en un mundo donde no se controlan cientos de circunstancias, también es importante que se adopten perspectivas flexibles, sabiendo que no se tiene el control de todo lo que sucede, aunque sí se tiene el control de sí mismo.

Finalmente un llamado de Hasbún: “¡Dejemos de posponernos a nosotros mismos! Qué diferente sería cada año, si en vez de trabajar para afuera, trabajara para lo de adentro. Lo más fácil y típico será asumir que otros son el problema a nuestro problema, pero es para valientes toparse consigo mismo, humillarse y trabajar las fibras internas que nos hacen poco funcionales. Si trabajamos de adentro hacia afuera, podremos cumplir metas, orientarnos a propósitos mayores, sostenerlas a través del tiempo y mejorar con éxito nuestro entorno”.

Camila Hasbún, psicóloga clínica.

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