Cárcel de La Victoria 5 de junio1988: un domingo normal se convirtió en una escena de película sangrienta y momento de dolor

Ese día perdieron la vida el pastor cristiano Justo Escalante y el extranjero de nacionalidad haitiana Daniel Gustavo Pérez

En la entrega de esta semana, Zona Retro trae un recuento de un motín sucedido en la cárcel de La Victoria en junio de 1988, a propósito del violento incidente ocurrido en ese penal el pasado domingo 16 del mes en curso, en el que tres personas perdieron la vida y diez resultaron heridas.

Génesis del motín de junio 1988

Documentos periodísticos de la época reseñan que la tarde del domingo 5 de junio de 1988 entre las 2:30 o 2:45 de la tarde se produjo un enfrentamiento entre agentes del orden de la cárcel La Victoria y los reclusos de ese recinto correccional. La prensa de entonces, explica que todo inició con una protesta generalizada por parte de los presos que exigían reivindicaciones, sin embargo, estos fueron frenados por miembros de la Policía que trataron de imponer el orden con macanas, originándose así la trifulca. El enfrentamiento duró unos diez minutos, según explican los recortes de periódicos de la fecha.

En la riña resultaron muertos, el extranjero de nacionalidad haitiana Daniel Gustavo Pérez y el pastor evangélico, Justo Escalante. Mientras que los presos heridos fueron Víctor Manuel Cornelio, Alfredo Martínez y Roberto Brinez y un visitante, Reynaldo Flores. Además, resultaron heridos el primer teniente de la Policía Nacional Francisco Escolástico y los rasos Franklin Castillo García, Luis Féliz, Luis Alfredo Féliz y Máximo Suero, quienes fueron agredidos por los reclusos con cuchillos, palos y otros objetos cortantes, según una nota periodística de ese entonces.

Ese domingo la cárcel de La Victoria parecía una escena de una película de terror, donde se podía escuchar el sonido de voces desesperadas, gritos de mujeres y niños dentro del penal, mientras que por otro lado sonaban las ametralladoras y otras armas de alto calibre, según un documento periodístico de la fecha.

Un recorte de periódico del momento, explica que la situación se volvió tensa dentro del recinto, ya que los presidiarios, armados de machete, cuchillos, palos y otros objetos, se enfrentaban a los policías, los que a su vez respondían con sus armas de reglamento. Como forma de proteger sus vidas, los reclusos tomaron como rehenes a todos los visitantes y nombraron una comisión para negociar la salida de ellos.

Dentro de las negociaciones, los privados de libertad demandaban a las autoridades oficiales el descongestionamiento del recinto carcelario, mejores condiciones higiénicas en las celdas y mejoría en la calidad de vida. Para ese tiempo, esta Penitenciaría Nacional de La Victoria contaba con 2 mil presos en 64 celdas en condiciones muy deplorables.

Según una nota periodística del momento, muchas de las mujeres que fueron a visitar a sus parientes llevaron niños de pocos meses de edad, quienes resultaron afectados con gases de las bombas lacrimógenas lanzadas hacia el interior del recinto. Se dice en la nota, que una mujer embarazada tuvo dificultades a causa de los gases. Esas mujeres fueron sacadas junto a los niños, a eso de las 6:30 o 6:45, y posteriormente salieron los hombres. Entre las liberadas del grupo de mujeres secuestradas por los reclusos, se encontraban María Joa, Marisela Méndez, Margarita Rodríguez y Norma Castillo. Otra de las retenidas, Luz Emilia Paniagua, tenía a un niño en su brazo y lloraba de la angustia por las escenas escalofriantes que tuvo que pasar dentro del penal.

Se dio cita en el lugar de los hechos, Ramón Martínez Portorreal, presidente de la Comisión de Derechos Humanos, a solicitud de los reclusos, quienes pedían su intervención para que de esta manera pudiera constatar la negociación que tuvieron los presos con las autoridades.

Causas de la riña

Según los periódicos de junio de 1988, a los que tuvimos acceso para hacer este trabajo, el motín se originó, por las medidas adoptadas por el nuevo comandante del penal, en ese entonces, coronel Gabriel Vallejo y Vallejo. Esas medidas impedía que muchos privados de libertad pudieran verse con sus familiares, debido al recorte de horas de las visitas, por lo que no podían recibir lo que estos traían consigo. Citamos textualmente una de las versiones que encontramos en los recortes “porque el coronel Gabriel Vallejo y Vallejo habría reducido las horas de visita, que ocasionaba que muchos de los reclusos no llegaran a ver a sus parientes ni recibieran comida, agua, ropas, jabones y otros obsequios que semanalmente les llevan”.

Ese domingo, antes de ocurrir el sangriento hecho, el comandante Vallejo había dispuesto que el tiempo de visita en La Victoria fuera reducido en una hora y los registros fueran muy minuciosos de lo normal. Al momento del motín, Vallejo y Vallejo, llevaba dos días con su designación como comandante en ese penal. Luego que se calmaron las aguas en el recinto, llegaron al lugar, el jefe de la Policía Nacional, mayor general Nelson Morillo Rodríguez y la procuradora general de la República, Pura Luz Núñez Pérez.
Ambos, de manera separada iniciaron una investigación para determinar el origen del motín. Por su lado, Morillo Rodríguez, nombró una comisión de altos oficiales para investigar el amotinamiento ocurrido en el penal.

Huelga de hambre de los reclusos

Luego del hecho que dejó dos muertos y varios heridos, los reos de la cárcel de La Victoria iniciaron una huelga de hambre por 24 horas, como protesta por las medidas tomadas por las autoridades en consecuencia al motín. En dicha manifestación reclamaban la destitución del comandante de ese recinto, coronel Gabriel Vallejo y Vallejo e hicieron la advertencia de extender el paro si no eran contestadas sus demandas. Expresaron que “Cuando nos traigan la comida, no la vamos a coger, y solo vamos a usar los platos para tocar en protesta por esta situación”.
También pidieron la intervención de monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez, para que los “ayude a resolver este problema”.

Presos envían carta a Balaguer

En una misiva enviada al presidente Joaquín Balaguer los presidiarios solicitaban al mandatario, la “agilización de los procesos judiciales, mejoría en el régimen alimenticio que se le ofrece, internamiento inmediato en centros especializados de los reclusos locos y tuberculosos”, y también demandaban de un médico permanente en el penal y la destitución de Vallejo y Vallejo, a quien responsabilizaron de los hechos de sangre ocurridos el 5 de junio.

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