En el mundo del arte hay tres formas de ser reconocido: 1. Siendo un magnífico artista creador de obras que deslumbren tanto a intelectuales como a ignorantes, 2. creando una maquinaria que te haga famoso, aunque pintes palitos de fósforos quemados y; 3. haciendo pinturas impactantes o “chocantes” que por su extravagancia altere la razón y los valores tradicionales.

En este último grupo se enmarca el retrato del joven mexicano Fabián Cháirez, quien presentó un retrato de Emiliano Zapata desnudo, moreno, partío, con un sombrero rosado, zapatos de mujer de taco alto sobre un brioso caballo blanco que exhibe una erección casi del tamaño de las cuatro patas y un pescuezo de jirafa (¿Y?).

Esta exposición fue convocada por la FAC para rendirle homenaje a la figura más importante de la historia de México, aún más que Pancho Villa, Benito Juárez, Lázaro Cárdenas, Cantinflas, Agustín Lara, Toña la Negra, Santo el luchador o cualquiera de los líderes indígenas que enfrentaron a Hernán Cortés cuando llegó, en tiempo de la Colonia, como Colón por su casa.

La reacción de parte de la población es un rechazo completo que exige “se retire” de la muestra, lo que ha contribuido todavía más a que el cuadro sea más escandaloso y más conocido. De manera que el joven artista se ha convertido en el pintor de la muestra más famoso de la noche a la mañana.

Las cosas escandalosas no se pueden “batuquiar” mucho porque aumenta la fetidez. A raíz de un escándalo público que involucraba un político de Santiago, se sabía que saldría en el vespertino más popular en una fecha dada.

El político se presentó a la oficina de distribución y compró la edición completa, lo que provocó que el esperado periódico no circulara ese día. Sólo los curiosos supieron la razón y el contenido del fenómeno.

Por otro lado, si se llega a retirar el cuadro va a ser una acción más que involucre su existencia y aumentará mucho más la publicidad y su movimiento en las redes sociales. Que las opiniones sean a favor o en contra no importa. En muchos casos se dará a conocer como una obra universal, como la Gioconda, como el “guineo con tape” de Cattelan, o como el retrato al “Cardenal con cola de Diablo”.

El otro problema es que ese Zapata fue el elegido por los organizadores de la exposición para que sirviera de publicidad, la que fue distribuida en todos los medios mexicanos.

Nadie cuestiona la inmensa estatura política e histórica de Emiliano Zapata, una figura que al igual que todos los héroes han sido presentados como hombres puros, como santos. De ahí la importancia del libro sobre Pancho Villa y el Che escrito por Taibo II donde por primera vez podemos leer a un historiador que nos habla de ellos como seres de carne y hueso. Y en el de Villa aparece Zapata como el campesino analfabeto que se fue superando y asumiendo una defensa al campesino; al ingenuo político en que se convirtió y que cae en la trampa de acudir a “una reunión” para ser acribillado. Ahora en el 2019 se cumplen 100 años de ese acontecimiento.

Es fácil entender aquí porqué todos los historiadores han descrito a Duarte como un ángel caído del cielo hasta que Guido Riggio nos dio su versión en “la Historia al revés”. No olvidamos el escándalo que causó el develizamiento de la escultura de Robert Russin en la entrada este de la capital. La ignorancia tildó de “hidrocefálico” el Duarte que Balaguer mandó a esculpir en los Estados Unidos. El escándalo del Duarte-Danilo de la Plaza de la Bandera recién inaugurado. El Duarte Chino erigido en China.

Volvamos al cuadro de Zapata. Uno de los aportes mayores a la historia del Arte la hizo René Magritte con su obra de vida y en especial con un “cuadrito” que exhibe una pipa y con la inscripción “ceci n’est pas une pipe” (esto no es una pipa). Con ello Magritte rompió la tradicional creencia que la representación pictórica de los objetos tenía que ser tan perfecta que se igualara al objeto de la realidad. Pero él demostró que esa pipa, perfectamente representada, no podía servir como una pipa real, con tabaco y que se podía usar para fumar. Aunque otros artistas ya lo habían entendido y habían realizado pinturas con objetos mucho menos acabado que como se enseñaba en las academias, pocos entendían que el arte es una realidad en sí, diferente al mundo en que vivimos.

El Zapata rosado, o gay, o pájaro como se le ha llamado a la obra del joven Fabián, no es Zapata, es la forma como él lo quiere ver y como libremente él lo puede presentar.

¿No será que este cuadrito, no mayor de 20×20 pulgadas, con un enmarcado como si fuese del Louvre, esté cuestionando el machismo mexicano y que el pintor se apoye en Zapata para su
denuncia?

El “origen del mundo” de Courbet no se hizo para provocar, más bien fue una obra privada y secreta del embajador otomano Khalil Bey asentado en París. Cuando ahora se exhibe en el Orsay solo los puritanos e hipócritas se escandalizan.

La libertad en el Arte, como la Libertad de Expresión en el periodismo no es un regalo caído de una nube, es algo ganado a fuerza de grandes luchas.

El artista sabe y defiende esta libertad, aunque tenga que sufrir las consecuencias del fanatismo religioso o el fanatismo ideológico.

Fabián Cháirez tiene el derecho y la libertad de quitar y poner, es su arte. Y tiene razón, es una “Revolución” contra el machismo mexicano que causa tantos femicidios. Sin embargo, uno se pregunta, ¿por qué Zapata, cuyos mayores atributos son positivos y de lucha por los más pobres? ¿Por qué no contra los charros famosos que han hecho del corrido con sus mariachis verdaderos himnos machistas, filosofía popular contra los valores y la mujer? Podría así sumar más a su causa. Porque no todo el que admira a Zapata es homofóbico, aunque el 99 % de las corridas sean machistas incluyendo las de Juan Gabriel. No es difícil entenderlo porque con la bachata, su equivalente aquí, ocurre igual. Pasamos de un bolero de una cursilería rancia, empalagosa y machista con música de academia y voces que “pasaron el examen” a la música de amargue, con el contenido machista y discriminador de la mujer cosa que nadie ha dicho a raíz del galardón de la UNESCO.

No es lo mismo el Zapata de Fabián que el guineo de Cattelan. Los dos producen el efecto de asombro, “de choque”. El primero provoca reacciones políticas y sociales. El guineo se queda en el mundillo del arte, no busca herir susceptibilidades particulares, afecta a los que piensan en la evolución del Arte y a lo que conciben el Arte como lo estático y tradicional. En el primer caso creen que “todo es arte” y el aprendizaje en academia no sirve. Los que sobresalen en este caso se apoyan en La Maquinaria que los valida.

Posted in CulturaEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas