Orlando Alba en la lingüística internacional

Estos días hemos tenido de visita en el país al profesor Orlando Alba, dictando algunas conferencias y el seminario anual a los alumnos del programa de Doctorado en estudios del español de la PUCMM en Santo Domingo.

Estos días hemos tenido de visita en el país al profesor Orlando Alba, dictando algunas conferencias y el seminario anual a los alumnos del programa de Doctorado en estudios del español de la PUCMM en Santo Domingo. El profesor Alba es reconocido en toda la comunidad académica internacional por su especialialización en los estudios sobre el español caribeño y en particular el de la República Dominicana. Como científico en Lingüística su currículo es el más acabado y meritorio entre los estudiosos nacionales, y su adhesión a la Universidad Brigham Young desde hace más de dos décadas, le ha permitido proyectar, con constancia característica y a nivel mundial, sus múltiples trabajos e investigaciones.

Fui su alumna de Lingüística cuando cursaba el grado de Educación en Filosofía y Letras y posteriormente edité dos de sus libros en la colección de Publicaciones de la Universidad Católica Madre y Maestra, uno de los cuales era el primero que Alba firmaba como autor único, Variación fonética y diversidad social en el español dominicano de Santiago. En aquellos años Alba solía llevar a cabo las investigaciones a dúo con su colega Félix Fernández, formando ambos un equipo de alto nivel en el área, que resultaría en valiosos aportes bibliograficos, en particular un texto esencial: Introducción al estudio de la lengua española.

Oriundo del municipio de Licey, en Santiago, durante algunos años juveniles Alba fue seminarista. Al concluir la licenciatura en Filosofía y Letras inició como docente de la universidad en Santiago, se post graduó en Puerto Rico, y en la UNED, de España, obtuvo su grado de Doctor. Mientras, múltiples estudios y publicaciones le fueron construyendo un nombre y una posición que hoy ha llegado a su cúspide como especializado en el tratamiento de los fenómenos lingüísticos del Caribe hispano. Es importante destacar algunas notas sobre sus principales maestros quienes marcaron la pauta primera al futuro académico.

En primer lugar, Max Jiménez Sabater, autor de nuestro clásico mapa de geografía lingüística dominicana. Cabe señalar que el trabajo pionero geo-lingüístico en el Caribe hispano lo había realizado Tomás Navarro en Puerto Rico, la isla que ha mantenido siempre el liderazgo en los estudios de vanguardia sobre el español del Caribe. Allí, en la Universidad de Puerto Rico realizó Alba la maestría en Lingüística y conocería a Humberto López Morales, a quien le unió desde entonces un fuerte lazo de común ideario investigativo. El trabajo iniciado con López Morales – entonces y durante largos años director de la Academia puertorriqueña de la lengua- se vio significativamente reforzado por la amistad con el español don Manuel Alvar, director por muchos años de la RAE, Real Academia Española de la Lengua.

Había sido la generación de académicos a la que pertenecía Manuel Alvar la que iniciara el movimiento de empuje determinante para que el español de América tomara su lugar frente a la tradicional canonización liderada por la RAE, históricamente exclusivista; desde entonces el movimiento encabezado por el nuevo director promovió y llevó a cabo los estudios respectivos de cada dialecto regional de habla hispana; los rasgos representativos tomaron personalidad y carácter y se inició de forma irreversible el camino para que fueran incluidos los regionalismos en el corpus léxico de los diccionarios: bajo la dirección de Manuel Alvar se multiplicaron vertiginosamente los estudios de campo y las investigaciones en toda Hispanoamérica.

Orlando Alba acompañó a Alvar en múltiples viajes de travesía lingüística por todo el territorio nacional recogiendo datos y muestras sonoras. Fue el periodo previo al doctorado de Alba, y Alvar visitó continuamente la Universidad Madre y Maestra; el empuje al estudio sobre las formas variables del habla dominicana fue extraordinario. Puede verse un productivo recuento bibliográfico de aquellas exploraciones en el espacio de autor dedicado a ‘’Manuel Alvar’’ en la Biblioteca Virtual Cervantes del Instituto Cervantes de Madrid.

Alvar fue, sin ninguna duda, en el mundo de habla hispana y de América en particular, lo que Juan Pablo II para el mundo cristiano, un impulsor ecuménico sin precedentes; fue su labor definitiva y definitoria. Y entre sus más destacados alumnos continuadores, nuestro lingüista Orlando Alba ha logrado un corpus concluyente sobre el análisis y descripción de la lengua hablada en la Republica Dominicana sustentado en sólidas teorías, meticulosos trabajos de investigación de campo, la compilación exhaustiva de muestras, y el debido rango de publicaciones. Ya no será posible en lo adelante tomar con ligereza académica los fenómenos que nos marcan como comunidad hablante del español.

Son cardinalmente sustanciales tres importantes puntos de cierre del profesor Alba: En primer lugar, el concepto Dialecto se mantiene para definir la forma de hablar una lengua específica en un determinado espacio geográfico. Resulta trascendente esta posición debido a que ciertos autores suelen rechazar el término por considerarlo –muy erróneamente- discriminatorio; en definitiva nuestra forma característica dominicana de hablar el español constituye un dialecto, tal como los contemporáneos de Alvar lo definieron, y en el contexto antillano hispano forma fila junto al dialecto cubano y el dialecto puertorriqueño.

La trayectoria investigativa del profesor Alba ha permanecido fusionada con la Sociolingüística; sus trabajos más logrados obedecen a esta perspectiva científica y en general dan significativa continuidad a los parámetros propuestos por William Labov. Y dentro de tal configuración, los estudios sobre el español hablado en la Republica Dominicana se evidencian trazados bajo el matiz de las diferenciaciones establecidas por la estratificación social, es decir, los estratos sociales determinan las variantes lingüísticas que toman lugar y que constituyen a su vez el material a estudiar, sometido a análisis cuantitativo y cualitativo, y su posterior descripción científica.

Finalmente vale mencionar -por infinitamente útil y lógica- cuál es la normativa que de acuerdo al lingüista Orlando Alba resulta conveniente que rija como modelo de la comunidad de hablantes dominicanos, y que así se enseñe en los niveles de escolaridad: la forma de hablar de nuestros más cultos y educados hombres y mujeres dominicanos. Nuestra lengua hablada es única, y es necesario enseñar cuáles son los aspectos y rasgos que forjan tal singularidad.

Propone que como medio de identificar al estudiante con su forma lingüística propia, escuchen, no solo lean, a esas personas nacionales educadas, desde Juan Bosch hasta el más actual personaje público que, de un modo equilibrado entre lengua española estándar y español dominicano -y sin afectación- muestran un uso respetuoso –y de nuevo, sin afectación- del lenguaje humano como vehículo natural de la comunicación. Y así como se seleccionan las lecturas que harán los estudiantes durante los cursos, compendiar a quienes lo utilizan adecuadamente para esos fines: el llamado español estándar es válido para la escritura; es conveniente reforzar el conocimiento de los caracteres distintivos y la consecuente identificación valorativa de nuestro español hablado en la República Dominicana.

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