Hostos fundó en el año 1880, durante el primer gobierno de Meriño, La Escuela Normal de Santo Domingo

Resulta muy difícil hablar o escribir de algo que no ocurrió, o que casi no fue. Es el caso de Hostos en Tamboril. ¿Qué se puede decir, a menos que se viviera el momento y se escribiera como un diario, minuto a minuto, lo que hizo Don Eugenio ese 19 de agosto de 1900, cuando pasó por ese pueblitico de menos de 15 familias cuando el Camino Real devino en Calle Real con pocas casas de tablas y la Parroquia Santa Ana como su centro? Habría que tener la capacidad literaria del irlandés James Joyce para hacerlo como él cuando eligió el 16 de junio de 1904, un solo día, para narrar una de las más grandes obras, un clásico de la Literatura: Ulysses.

En Tamboril no hay nadie que pueda “etericai” esa estadía y convertirla en un paso prolongado por el pueblo. Todavía hay muchos de esos culturosos, “historiadores y periodistas” formado en la Universidad de la Jabladuría y la Vagancia que afirman que aquí vivió. Lo más probable es que haya sido Adela quien se los dijo.

Yo podría decir, levantando como bandera el orgullo de la identidad telúrica, que el más grande acercamiento de Hostos con Tamboril no fue ese paseo que él compartió con Rincón Largo y a lomo de algún mustang o una mula, como prefería Luperón, sino haber tenido, en su primera formación de maestros, al joven Federico Velásquez Hernández de Guazumal. Porque Velásquez aplicó en su accionar postrero, sus principios morales y la pulcritud cuando fue vicepresidente de Vásquez de 1924 a 1929. Al final renunció por no estar de acuerdo con la prolongación de su mandato hasta el 1930, con lo que lo superó.

Hay tres libros esenciales para entender y conocer a Hostos:

1.“Apuntes de un normalista” que debería ser “de normalistas, porque fueron casi todos sus alumnos los que recogieron y reconstruyeron las clases dictadas por Hostos como lo señala Andrés Blanco Diaz, el editor que los rescata.

2.“Hostos y la Literatura” de mi profesor en la UCMM, Luis M. Oráa. ¡Cuánta ternura, conocimientos y vocación de enseñanza del padre Oráa! Parecía que en realidad él fuese uno de sus discípulos. No tuve nunca un profesor como él, que reuniera todas esas cualidades y requisitos que señala el propio Hostos cuando aborda la pedagogía. Oráa nos presenta una biografía documentada y humana para luego indicar su tesis sobre la renuncia del puertorriqueño a la literatura, a la política y a cualquier comodidad que pudo tener desde su altura de ciudadano ilustre. Y quizás, esta tesis se debió a las condiciones mismas del profesor, como una proyección de su propia vida que dedicó a la enseñanza, más que a la literatura, la que quiso inculcarles a sus alumnos. ¿No verdad Rosa Julia Vargas? Pongo también a Rosalina Perdomo, directora del Colegio Babeque, de Santo Domingo y a Tomás Peña. Para muestra, tres botones.
3.El libro “Hostos en Santo Domingo” de Emilio Rodríguez Demorizi quien nos traza, con exactitud de cronómetro de hipódromo, el itinerario en los caminos del insigne maestro, en su peregrinar por esta, su segunda Patria.

Hostos fundó en el 1880, durante el primer gobierno de Meriño, la Escuela Normal de Santo Domingo. Se abrió el libro de inscripciones en la casa No. 34 de la calle de los Mártires (Duarte).

El año siguiente, con la presencia del mismo Meriño, inauguró la Escuela Normal de Santiago en la calle San Sebastián esquina Separación (30 de Marzo con Sol) antes de mudarse al local del manicomio, que no fue (por muchos años La Normal o Liceo Ulises Francisco Espaillat y hoy liceo Onésimo Jiménez).

La formación de maestros continuó durante los primeros años de gobierno de Heureaux que, según Oráa “…se distinguió por su ejemplar seriedad y por favorecer el desarrollo dominicano…” de esa enseñanza de Hostos fueron Salvador Cucurullo, De Peña y Reynoso, Ercilia Pepín, Sergio A. Hernández, Rosa Smester y otros quienes prestigiaron La Educación como bien lo explicó Rafael Darío Herrera en su obra “Historia de la Educación en Santiago”. Balaguer, en cambio, conocedor de estos procesos y que llegó a ser secretario de Educación cuando no existía el ministro y luego como Presidente, se burló del magisterio privilegiando su presupuesto para guardias y policías analfabetos que le garantizaban el poder por la fuerza y nunca por la razón, necesidad de los pueblos civilizados, como tanto cacareó Hostos en sus clases. Se burló de Ercilia Pepín y de Sergio Hernández con su cuento triste de la falda y que tantos han creído.

En sus andanzas, inspeccionando la creación de escuelas y sus maestros, Hostos recorrió los difíciles caminos de herradura del país y en una de ellas “pasó por Tamboril y Rincón Largo”

De las huellas dejadas por él, se incluye su afán por la educación láica, sus libros, algunas esculturas que le rinden homenaje, una universidad que lleva su nombre, el famoso parque que la “Lucha Libre” deshonró, bustos, calles y un hermoso recuerdo de un hombre que se dio en cuerpo y alma por los demás, cosa que nuestros funcionarios públicos, desde entonces, desconocen o se hacen los chivos locos.

Desde hace tres años Hostos pernocta y trasnocha en la calle Real frente a la casona del presidente Vásquez gracias a la generosa donación de su busto que el padre del actual mandatario, Don José Rafael Abinader hizo y quien, a su vez, fue fundador de la Universidad O & M.

Algunas fechas importantes de su recorrido abarcan las páginas 31 hasta la 44 del libro de Demorizi de las que queremos resaltar:

1839, 11 de enero, su nacimiento en Puerto Rico.
1875, mayo, sale para Puerto Plata a bordo del vapor americano Tybbe.
El 30 de mayo de ese mismo año encuentra al Dr. Ramón Emeterio Betances, conoce al general Gregorio Luperón, Segundo Imbert y a Federico Henríquez y Carvajal.
En agosto idea el plan de Escuelas Normales en República Dominicana.
1879 inicia 9 años en este país.
En julio viaja al Cibao con Segundo Imbert.
1880 vino Antonio Maceo a Santo Domingo. Hostos inaugura el Instituto Profesional, primera universidad, donde imparte cátedras de Derecho Público.
1884, en el gobierno de Ulises Heureaux, ocurre la investidura de los primeros normalistas
1886, en el mismo gobierno de Heureaux, la segunda investidura.
1887, gradúanse primeras maestras normales: Leonor Feltz, Luisa Ozema Pellerano y otras alumnas del Instituto de Señoritas dirigido por Salomé Ureña de Henríquez la esposa de su amigo Francisco Henríquez y Carvajal cuyos hijos siguieron el camino hostosianos (Pedro Henríquez, Camila, Max, Francisco).

1888, sale a Chile
1900, vuelve a Santo Domingo.
1903, muere en Santo Domingo.
En su filosofía, hablaba de la necesidad de crear “el hombre completo”, el hombre educado, honesto, necesario para construir una sociedad próspera, pacífica y armoniosa. ¿Estaría inspirado en el “superhombre” de Nietzsche? Quizás por eso se dedicó a la educación, más que a la política, la literatura o al comercio. ¿O no?

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