En un interesante libro publicado en enero de 1934, con el título de “Santo Domingo, ayer y hoy” el periodista Kassim Elhimani, nos ofrece detalles sobre la sanidad en esos años. Este periodista de origen árabe, residía en La Habana. En ese momento la institución estatal era la Secretaría de Estado de Sanidad y Obras Públicas, y era el titular don Agustín Aristy. Tenía como subsecretario al doctor Wenceslao Guerrero, quien llevaba el peso del día a día. Los servicios de sanidad contaban con doce oficiales de distrito, con oficinas en las cabaceras de las doce provincias de la época y contaban a su vez con inspectores y oficiales comunales. De igual forma las brigadas sanitarias prestaban una gran labor llegando a todos los rincones de la República. El sistema de salud contaba con pocos hospitales, y gran parte de los servicios asistenciales se ofrecían a traves de dispensarios, salas de socorro, así como de asilos, orfelinatos y además el leprocomio y el manicomio. El laboratorio nacional se trataba como una entidad aparte, pero de gran importancia en este relato del periodista.

La Secretaría contaba con varias secciones, a saber: Estadística demográfica, Enfermedades transmisibles, Cuarentenas marítimas y terrestres y Drogas y Alimentos. Este último departamento se ocupaba además de las patentes de invención y las marcas de fábrica. Dentro de las atribuciones de ese departamento estaba el otorgar permisos para los medicamentos que se empleaban en el país. El periodista Elhimani relata con especial detalle el trabajo de las brigadas sanitarias en la atención domiciliaria por aquellos médicos que viajaban por todo el país tratando los enfermos en sus casas. Gracias a la labor de esas brigadas se habían eliminado endemias y se explicaban las medidas profilácticas y la educación en temas de higiene. El trabajo de las brigadas era muy arduo, ya que además de curar, debían explicar a todo el mundo la importancia de las medidas de prevención sanitaria. De igual forma la vacunación contra el tifus, la viruela o la difteria eran parte del trabajo, así como el explicar los recursos existentes en la época contra la tuberculosis, el tétano, las enfermedades venéreas o el paludismo.

El periodista en su libro destaca la labor del doctor Guerrero, de quien ofrece los siguientes datos: “Nacido en Baní en 1887, se graduó en el Instituto Profesional en 1910. Se desempeñó como médico municipal de 1910 a 1915 y en el 1912 fue médico interno del Hospital Militar. Fue además médico del Hospital de San Lázaro de 1913 a 1915 y de 1917 a 1926 médico municipal y médico de la sala de socorro de Baní”. En el relato se refiere también a la labor de la secretaría en cuanto al cuidado de los alimentos, y refiere que ese era uno de los asuntos de mayor relevancia en esa institución estatal, el ofrecer a la población alimentos frescos y de mejor calidad. La razón de que estuvieran unidas la secretaría de sanidad con las obras públicas, es que una de las labores que se realizaban era la de mejorar las condiciones de las casas, de las calles y acciones como las de drenar pantános, cuidar las fuentes de agua y verificar que las casas tengan las condiciones adecuadas de iluminación y ventilación. Esa inspección de las edificaciones y viviendas era de gran importancia para mejorar la calidad de las casas y oficinas. En el libro citado el periodista hace un recorrido detallado por el país y refleja la situación que a su juicio presentaba nuestro país. Pese al sesgo de alabanzas al régimen es una interesante visión histórica.

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