En el pasado mes de marzo falleció el doctor Manuel Sánchez Salorio, uno de los grandes maestros de la oftalmología española. Tuve la oportunidad de conocerle y de invitarle a nuestro país para dictar unas conferencias sobre la relación del ojo con las enfermedades sistémicas. Hombre de gran cultura y vastos conocimientos oftalmológicos, escucharle era un gran placer. Fue además un humanista, un erudito y un intelectual. Sus artículos en la prensa gallega son exquisitos y profundos. Su legado es enorme en el campo de la oftalmología gallega y en la formación de médicos y profesionales. Fallecido a los 93 años de edad su dilatada vida y aportes son extraordinarios. He querido transcribir para ustedes, apreciados lectores, extractos de una entrevista que concedió a El Diario de Galicia en 2012 y que relatan su vida en sus propias palabras. A la pregunta de dónde nació, esta fue su respuesta: Nací, mejor sería decir me nacieron en La Coruña el 22 de enero de1930. Mi padre Manuel Sánchez Mosquera fue oftalmólogo con ejercicio profesional exitoso en La Coruña. Los Mosquera provenían de Sarandones, de los Encrobas y del Valle de Barcia pero cuando yo nací poca huella quedaba ya de la Galicia profunda. No tenían tierras ni hablaban gallego. Eran urbanitas de la calle de San Andrés. Mesocracia emergente gracias al esfuerzo y el acceso a las profesiones liberales.

¿Sus primeros estudios? Sobre las cosas que nos enseñaban y como nos las enseñaban sólo recuerdo con absoluta nitidez una escena: la que componíamos cuando ante un gran mapa de España aprendíamos recitando en voz alta los nombres de los grandes ríos y sus principales afluentes. Aprender mirando y cantando todos juntos me parece un método genial. Muchos años más tarde pedagogos pseudo-progresistas desacreditaron cualquier aprendizaje basado en la memoria. ¿Dónde estudió el bachillerato? El bachillerato (1940 – 1946) lo cursé en el colegio de los Hermanos Maristas, de La Coruña. Desde la perspectiva actual lo veo como un colegio sin grandes pretensiones que cumplía su función de modo amable y bastante eficaz. En aquellos tiempos la clase alta de La Coruña enviaba sus cachorros en régimen de internado a los jesuitas de Vigo. El ambiente era agradable – no había castigos ni expulsiones – y el nivel de la docencia más que aceptable. Aunque era un colegio religioso y mi época coincidió con lo que dió en llamarse nacional catolicismo, la religión nunca fue utilizada compulsivamente. Ni hacíamos ejercicios espirituales ni la culpa y la condenación eterna fueron temas a los que los maristas dedicasen especial atención.

¿En qué universidades se formó? Fundamentalmente en la Universidad de Santiago de Compostela en cuya Facultad de Medicina salvo bedel y decano fui todo lo que se podía ser: alumno, secretario y vicedecano… Recién licenciado pasé un año en Alemania en la Augenklinick de Bonn. Esa fue una experiencia dura: en las ciudades todavía había grandes espacios en los que se acumulaban las ruinas provocadas por los bombardeos pero ya funcionaban las universidades y los hospitales. Yo vivía de una beca que lo más que me permitía era comer en la mensa de la universidad en que sólo lo hacían japoneses. Pero yo, como tantos españoles de la época, tenía mitificado el “Germania docet” y estaba viviéndolo. Y aún había otra cosa bien excitante: el idioma. Heidegger ha escrito que sólo se puede pensar en alemán.

Escribía bajo los seudónimos de Procopio o Doktor pseudonimus. Fundador de la Escuela Gallega de oftalmología y catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela. Recordaremos y mantendremos viva la memoria de este gallego universal, culto y oftalmólogo humanista.

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