A propósito de las vacunas, en los últimos años hemos visto escritos de la prestigiosa periodista Ángela Peña y del sr. Eulogio Santaella, refiriéndose a la vacunación contra el polio como modelo exitoso de campaña e instaban a las autoridades a designar alguna calle o edificio de nuestro país en memoria del doctor Albert Sabin. En la década del 1950, Jonas Salk desarrolló la vacuna contra el polio que era administrada mediante inyección intramuscular, y a finales de esa década el doctor Sabin creó la vacuna contra el polio administrado de forma oral. A finales de la década del 1950 a nuestro país llegó la patente para elaborar la vacuna de Salk de forma gratuita.

El nombre de Albert Bruce Sabin se relaciona con la virología y, en concreto, con el estudio de la poliomielitis y el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad que se extendió por todo el mundo en la década de los años sesenta y setenta del siglo XX.
Según un trabajo de Josep Fresquet de 2006 tras la epidemia mundial de los años cuarenta y cincuenta, la poliomielitis ha sido erradicada en muchos países tras una larga lucha de más de veinte años. Sigue presente en alguna región del planeta como Nigeria, India, Pakistán y Afganistán. En donde se bajó la guardia y se redujeron las medidas preventivas -entre ellas la vacunación-, se ha vuelto a presentar.

Albert Bruce Sabin procedía de una familia judía. Nació en Bialystok, Polonia (entonces pertenecía a Rusia), el 26 de agosto de 1906. Con el fin de escapar de los problemas derivados de la revolución de Octubre de 1917 que instauró el régimen comunista, y del antisemitismo, emigró con su familia a los Estados Unidos en 1921. Se graduó en la High School de Pattison, Nueva Jersey. Marchó después a Nueva York con el objetivo de estudiar odontología, estudios que prometió pagarle un tío suyo que era de la profesión. Sin embargo, esta carrera no le satisfizo y se cambió a la Escuela de Medicina. La epidemia de polio del verano de 1931 y las recomendaciones del bacteriólogo William Hallock (1863-1939) le llevaron al estudio de la causa de la poliomielitis. Mientras tanto completó su formación como clínico en el Hospital Bellevue, de Nueva York.

Un hecho importante que debe destacarse es que Sabin nunca quiso patentar la vacuna. Insistió en que ésta debía de aplicarse de forma gratuita. En este sentido Salk, también judío, creador de la otra vacuna contra la polio, también renunció a los beneficios que le hubiera podido reportar la vacuna, y ninguno de los dos recibió el Premio Nobel. Unos doscientos millones de niños fueron vacunados en Europa y los Estados Unidos en la década de los años sesenta. Se supone que se evitaron unas 50.000 muertes y unos 5.000.000 de casos.

La epidemia de polio de los años 1960, motivó que se revisara la estrategia de vacunación y en 1982, cuando asumió el cargo de Secretario de Salud Pública, el doctor Amiro Pérez Mera, desarrolló un plan de vacunación puerta a puerta, que con el apoyo de la ADR, de los clubes rotarios, de las Fuerzas Armadas, consiguieron vacunar a toda la población y erradicar en ese momento el polio en nuestro país. El doctor Albert Sabin, creador de la vacuna oral contra la Polio, decía en una carta doctor Pérez Mera, que lo que se había conseguido en nuestro país “se había conseguido una meta que parecía imposible”.

Sabin murió el 3 de marzo de 1993 de un paro cardíaco en el centro médico de Georgetown. Fue enterrado en el cementerio nacional de Arlington. Nuestro país tiene una enorme deuda de gratitud con Salk y Sabin.

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