En 1910 presentó su tesis de grado ante el Instituto Profesional Antonio Elmudesi. El tema tratado era la unciniarasis en la República Dominicana. Su asesor fue el doctor Rodolfo Coiscou y el jurado examinador estaba compuesto por los doctores Salvador B. Gautier y Octavio del Pozo, además del propio doctor Coiscou. En las investigaciones para ese trabajo, uno de sus compañeros de estudio Heriberto Pieter le envió una carta fechada en Salcedo, en 1907, con informaciones y consideraciones interesantes.
“Querido compañero:

Para complacer tu curiosidad científica en lo que atañe a la anquilostomiasis, enfermedad que se extiende rápidamente en nuestro País y amenaza diezmar a sus habitantes, te envío algunos informes, los cuales no dudo te serán de efectiva utilidad.
En toda la zona abarcada por esta próspera común, así como en la mayor parte de la República, los campesinos vi­ven en un completo desconocimiento de las más elementales prácticas de la higiene. Resulta de esto, que toda enfermedad susceptible de propagación directa, encuentra un cómodo vehículo de transmisión, extendiéndose de un individuo a otro sin que encuentre barrera que se oponga.

Al llegar a esta localidad sorprendióme el hábito de una buena parte de los habitantes. El color amarillo de paja, las facies abotagadas, la marcha fatigante, la respiración anhelosa, todo lo que constituye un síntoma en el cuadro anquilostomiásico, se presenta muy a menudo ante mis ojos, que descubren el estrago causado por la enfermedad.

No obstante la carencia de microscopio, aparato indispensable para controlar la presencia del helminto y de sus huevos en las heces fecales, tengo seguridades en el diagnóstico. El éxito alcanzado en el tratamiento, el diagnóstico por exclusión con otras enfermedades muy parecidas a la que trato en estos párrafos, me conducen a esa aseveración. Quise llevar mi convencimiento clínico hasta el campo de la experimentación farmacológica, administrando a los pacientes, medicamentos hematógenos pues que el signo que más resaltaba era la anemia, ligera en unos, acentuada en otros i en la mayoría intensa; pero jamás he podido constatar la mejoría que siempre sigue al uso de los medicamentos vermífugos, especialmente el timol, coadyuvado de una medicación reconstituyente por excelencia.

He notado en algunos de estos pacientes que la perversión del apetito ha adquirido en ellos una modalidad especial. No se dedican, como en otras comarcas, a comer tierra o ceniza; demuestran una gran predilección por el grano de cacao crudo, fruto que abunda en estas regiones y que constituye la única riqueza agrícola. Como este es un pueblo situado en el corazón del Cibao, resulta que, constantemente, pasan por aquí forasteros en distintas direcciones. En ellos también he llegado a distinguir con bastante claridad varios portadores del anquilostoma. Esto me deja probado que la zona en que ejerzo no es la única infestada por el helminto, sino que Moca, Santiago, La Vega, Macorís i todas las jurisdicciones vecinas a ésta sufren con mayor o menor intensidad los efectos de esta endemia.

Los médicos que viven y practican en estos lugares me confirman lo que he constatado. Ellos hacen resaltar en sus respectivas clientelas lo que también había yo notado en la mía: que la densidad de infectados reside en la población rural, lo que fácilmente se explica por el estado de desaseo, la promiscuidad con los animales, las deyecciones a la intemperie, el abastecimiento de aguas contaminadas y todas las otras prácticas reñidas con la higiene, que observa el campesino. A reserva de extenderme en otra ocasión sobre los puntos anotados en ésta, puesto que tanto empeño me demuestras por conocer exactamente el progreso de la anquistosomiasis en la República, me despido por hoy de ti,
Tuyo afmo.

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