Mateo Morrison ha escrito más de 30 obras de diversos géneros literarios, algunas de las cuales han sido traducidas al hebreo, coreano, alemán, entre otros idiomas. Aunque escribió su primer poema cuando tenía 17 años, el también abogado se identifica más con la gestión cultural, la cual se ha convertido en su fuente de trabajo. “La gestión cultural me ha permitido llevar una vida modesta para poder mantener a mi familia”, manifestó Morrison, quien posee un Máster en Filosofía del Mundo Global, realizado en la Universidad del País Vasco y es el primer dominicano egresado del Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural (CLACDEC). Además, es coordinador general del Encuentro Internacional de Escritores Pablo Neruda, considerado el más importante evento literario celebrado en el país en las últimas 5 décadas.

Gestor Cultural, poeta, escritor, abogado. ¿Con cuál se identifica más?
Me identifico más con la Gestión Cultural. Me inicié a los 18 años empíricamente, trabajando en los clubes, ella ha sido la fuente de mi trabajo, primero por mi amor a la cultura, pero también para sobrevivir, ya que me ha permitido hacer una vida modesta para poder mantener a mi familia, pues de la venta de libros de poesía no se puede vivir. Como gestor cultural, dirigí la Casa de la Cultura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), ese fue mi primer trabajo, aunque ya había estado en el Movimiento Cultural Universitario, pero como voluntario, era estudiante y no cobraba por eso. Con el tiempo fui director del Departamento de Cultura de la UASD, durante la gestión de 7 rectores. Para entonces había 5 grupos culturales que eran: el Coro, La Rondalla, el Teatro, la Poesía Coreada y el Ballet Folklórico, y cuando salí de ahí dejé 35 diseminados en San Francisco de Macorís, Barahona, Mao, Higüey, entre otras provincias del país. También, en 1989 fundé el Taller Literario César Vallejo, el primero que se creó en el país, del cual salió la mayor parte de los poetas de los años 80 como José Mármol, Tomás Castro, Basilio Belliart, Ilonka Nacidit Perdomo, César Zapata, entre muchos otros. Pero también, cuando se creó el Ministerio de Cultura, me convertí en el primer secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Cultura en la primera gestión de Tony Raful. En la de Rafael Lantiagua, el expresidente Leonel Fernández le pidió que me dejara en el puesto, pues entendía que era necesario. Luego me nombraron viceministro de Cultura.

¿Qué relación guarda el derecho con la gestión cultural y la literatura?
En realidad mi primera profesión es la de Administrador de Servicios Culturales, con una especialidad en Venezuela, la cual cursé en el Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural (CLACDEC), gracias a una beca que gané tras participar en un concurso que realizaron las Naciones Unidas, la Unesco y la OEA para expertos en Gestión Cultural. Luego de ahí, dejé los estudios, pero con el afán de mis hijos para que los retomara, estudié Derecho y me hice abogado, porque también era un deseo de mis padres. Me gusta la litigación pública, participé de alguna forma en la lucha política y el derecho era lo que estaba más cerca de ser un orador. Luego me di cuenta que no era mi fuerte para dedicarme directamente.

¿Son sus poesías un testimonio humano de hechos de la ciudadanía?
Las poesías “Aniversario del dolor”, “Visiones del transeúnte o de madre” y “Vientos de Guerra” están muy ligadas a las luchas sociales y casi se me etiquetó como un poeta social. Por ejemplo, escribí un poema dedicado a Amelia Ricart Calventi, una joven que perdió la vida durante una lucha en la UASD porque le entregaran el presupuesto. Ese poema se ha traducido a muchos idiomas y todos los años me piden que lo lea cuando ella cumple años de muerta.

¿A cuántos idiomas se han traducidos sus poesías?
Mis poemas se han traducido a muchos idiomas, como es el caso de uno de mis libros titulado “Pasajeros del Aire”, que fue publicado en inglés, francés, italiano, portugués y alemán. Otros se han publicado, pero en forma parcial, incluso algunos de ellos traducidos al hebreo y coreano.

¿Qué le impulsa escribir, sobre todo temas de literatura?
Primero, pienso que la literatura y la poesía son la forma de expresar mis sentimientos. Si no fuera escritor no sé qué hubiera sido. Pero lo que me llevó a escribir poemas sociales fue identificarme con mi clase. Soy de origen social humilde, entonces viendo la miseria, la pobreza evidentemente quería que eso constara en mis libros y en mis sentimientos. Cuando la segunda intervención americana del 65 me identifiqué con mi pueblo y su soberanía, eso hizo que salieran varios poemas antiimperialistas, progresistas, sociales y políticos. Aunque siempre dicen que no todos los poemas son sociales o políticos, mi último libro “Terreno de Eros, forma líquida del amor”, es de amor completo.

¿Cómo está la poesía en RD?
Creo que la poesía goza de muy buena salud en este momento, tanto en la literatura española, latinoamericana como en la dominicana hay muy buena poesía. Naturalmente ya no están los Pablo Neruda, César Vallejo, Miguel Hernández, Federico García Lorca, entre otros, que fueron los grandes poetas; pero ahora hay muchos poetas, lo único es que estamos en un proceso de desarrollo y hoy como nunca se está escribiendo poesía en nuestro país y lo demuestran los festivales de poesía que se están realizando.

¿Cómo fue su reacción cuando obtuvo el Premio Nacional de Literatura?
Ese premio fue para mí un honor, por ser el más importante que se otorga a un escritor en vida. El 2010 fue un gran momento, el Teatro Nacional estaba lleno de la gente que me acompañó, estaba nervioso, fue un extraordinario momento para mí, para mi familia y amigos. En 2012, el Poder Ejecutivo me distinguió con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el Grado de Caballero por mis aportes a la cultura y los valores patrios. Además, en 2019 fui investido como Miembro de Número de la Academia de Ciencias, galardonado con el Caonabo de Oro en el área de literatura y con el Premio Pluma de Oro que otorga la Asociación Cultural y de Cooperación al Desarrollo Biblioteca República Dominicana (Acudebi), entre otros importantes premios que me hacen sentir orgulloso de lo que me gusta.

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