El mayor desafío que ha enfrentado el percusionista dominicano David Almengod fue al inicio de su carrera cuando sus padres no tenían los recursos para comprar instrumentos, y a veces “ni para los pasajes”, por eso muchas veces caminó kilómetros para ir a los ensayos. “Empecé a prepararme con clases de música, de teatro, y tomé talleres con Michael Camilo”, indicó el también director musical, y agregó que como venía con experiencia en danza folclórica con Fradique Lizardo y moderna con Patricia Ascuasiasti, “tuve la bendición de ser llamado para trabajar con los músicos Manuel Tejada y Jorge Taveras, entre otros arreglistas y compañías de danzas. También, ha sido parte de las agrupaciones Juan Luis Guerra 440, Sergio Vargas, Kinito Méndez, entre otros.

¿Cómo surge tu inclinación por el mundo artístico?
En mi niñez empecé a sentir la inclinación de ser artista, por un buen tiempo tenía ese sueño de estar en un escenario, en la televisión, pero no definía qué quería ser, ya que tocaba, cantaba, actuaba, bailaba y hasta declamaba. En estos días, hablando con mi madre de 92 años, me comentó que mi abuelo tocaba acordeón, tambora y güira, y amenizaba fiestas con don Ñico Lora. De ahí mis raíces. Recuerdo que siempre estaba en casi todas las veladas de la escuela y me invitaban a las fiestas de 15 años de las jovencitas de mi barrio para bailar el vals con ellas, además tocaba tambora en la iglesia del sector. Siempre me llamaba la atención el “sound track” de la serie Misión Imposible, en especial el sonido del bongó. En los años 70’ y 80’ disfrutaba imitar el baile de Johnny Ventura y John Travolta, también me aprendía los temas de Wilfrido Vargas y Cuco Valoy para montarlos en mi grupito de percusión. Gozaba al ver en la televisión a los percusionistas Guarionex Aquino y Katarey tocando junto a Jorge Taveras en el Show del Mediodía. Increíblemente, ya en edad adulta tuve el privilegio de acompañar al maestro Taveras en algunos shows. Con una tambora hecha de lata y envases plásticos, güira de guayo y una botella de clave, a la edad de 10 años conformé mi grupito de percusión y de bailes indios.

¿Cómo llegas al baile. Enfrentaste algún tipo de prejuicio?
Nunca tuve prejuicios para bailar, ya que cuando tocábamos ritmos populares y folclóricos, nuestros padres lo celebraban y nos permitían participar en clubes y actividades culturales. Durante un tiempo pertenecí al Club ADECEA del Ensanche Altagracia de Herrera, un lugar importantísimo para mí, donde empecé a formarme como artista. Cuando joven practicaba todas las disciplinas artísticas que se impartían: danza, teatro, baile y música, percusión básicamente, tuve el don de aprender a tocarlo con facilidad.

¿Cómo te involucras en el Ballet Folclórico Infantil?
Nuestros maestros de danza folclórica pertenecían al Ballet Folklórico Dominicano que dirigía el investigador folclórico y maestro Fradique Lizardo, a quien le debo mucho. Una vez los maestros que nos daban clases de baile en el barrio nos llevaron a una audición y logramos ser parte del ballet, nuestra maestra era Maritza Reyes, directora hoy en día del Ballet Folklórico Nacional. Con esa agrupación nos presentamos en la apertura de las oficinas de CONANI, que dirigía doña Renée Klang de Guzmán, entre otras presentaciones. Al llegar a la adultez, pasé a formar parte del Ballet folklórico Nacional.

¿Cómo es que llegas a la música?
Aun siendo bailarín y músico a la vez del Ballet Folklórico Dominicano, un sobrino de Chiqui Vicioso, el músico Toné Vicioso me invitó a través de mi primer maestro de percusión, el director musical del ballet, Valeriano Plasencia para preparar un concierto de jazz en las Ruinas de San Francisco, Zona Colonial. En ese mismo concierto participó Luis Díaz con transporte Urbano (Guy Frómeta, Juan Francisco Ordoñez y Héctor Santana), fue mi primera experiencia con la música a ese nivel. Quedé impactado, el público, el ambiente “underground” me fascinó. Desde ese día supe que, definitivamente iba a ser músico y desde ese momento dejé de bailar en el ballet. Después de ese evento, y por mi pasión por la música seguí escudriñando para saber más del jazz, entre otros géneros musicales.

¿Cómo surge el Grupo Mamey?
Un día me encontré con Tadeu De Marcos, músico brasileño con una cultura musical increíble que se dedicó, junto a Tone Vicioso a educarme musicalmente. Lo defino como mi mentor. Con ellos y con Irka Mateo y Waldo Madera baterista de Juanes creamos el Grupo Maguey. Recuerdo que nos trasladábamos a los campos, con el fin de rescatar los ritmos y nos preocupábamos porque fueran conocidos, luego los incluíamos en las composiciones y arreglos. Creo que después de Luis Díaz, fuimos los que fusionamos ritmos folclóricos como el jazz, el rock, la samba, entre otros géneros.

¿En qué proyectos están en la actualidad?
Mis proyectos propios son “Marakande”, “Tankela” y algo nuevo que viene por ahí. Con ellos hemos participado en Premios Soberanos, de la mano de René Brea, Alberto Zayas, Chiqui Haddad, Aidita Selman y Edmundo Poy. En las artes plásticas he trabajado en performance con Silvano Lora, Raúl Recio y Orlando Minicucci. Tengo la dicha de ser requerido en varias ocasiones y me siento ya como parte de la Orquesta Sinfónica Nacional que dirige el maestro José Antonio Molina. Es un gran privilegio ser, en muchos conciertos parte del ensamble de percusión popular para interpretar temas caribeños, que nos han llegado hasta a Qatar en Oriente Medio. También, hice la música de la película Cristo Rey de Leticia Tonos, y soy parte del Ministerio de Alabanza Horeb de la Iglesia Monte de Dios, hace más de 8 años. Además, estoy al frente del Sistema Nacional de Escuelas Libres del Ministerio de Cultura, gracias a la exministra Carmen Heredia y al viceministro Giovanny Cruz que confiaron en mi experiencia. Sigo también con mis proyectos personales y mis trabajos de eventos los fines de semana y cuando el Ministerio me lo permite.

Recuerdos
Mis padres no contaban con los recursos para comprar instrumentos, y a veces ni para darme para el pasaje para ir a los ensayos”.

Banda
Con una tambora hecha de lata y envases plásticos, güira de guayo y una botella de clave, a los 10 años formé mi grupito de percusión y de bailes indios”.

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