Desde que la memoria histórica tiene registros, la República Dominicana es un caso complejo de analizar. La forma atropellada en que han transcurrido sus procesos de autodeterminación y luchas por reivindicaciones sociales son el más vivo ejemplo de la arritmia histórica que la ha caracterizado, según lo afirmado por Juan Bosch.

La sociedad dominicana ha estado matizada por procesos históricos irregulares, tal y como lo describe Neftalí Reyes- Pablo Neruda- en su Versainograma a Santo Domingo. A decir: … Vamos a recordar lo que ha pasado/desde que don Cristóbal marinero/puso los pies y descubrió la isla./¡Ay mejor no la hubiera descubierto!/Porque ha sufrido tanto desde entonces/ que parece que el Diablo y no Jesús/se entendió con Colón en este aspecto.

Estos conquistadores españoles/ que llegaron de España con lo puesto/ buscaban oro, y lo buscaban tanto/como si les sirviese de alimento.

Enarbolando a Cristo con su cruz/los garrotazos fueron argumentos/ tan poderosos que los indios vivos/ se convirtieron en cristianos muertos.

Aunque hace siglos de esta historia amarga/ por amarga y por vieja se la cuento/ porque las cosas no se aclaran nunca/con el olvido ni con el silencio.

Y hay tanta iniquidad sin comentario/ en la América hirsuta que nos dieron/ que si hasta los poetas nos callamos/ no hablan los otros porque tienen miedo.

Ya se sabe que un día declaramos/ la independencia azul de nuestros pueblos/ uva por uva América Latina/ se desgranó como un racimo negro/ de nacionalidades diminutas con mucha facha y con poco dinero.

(Andamos con orgullo y sin zapatos/ y nos creemos todos caballeros).

Cuando tuvimos pantalones largos/ nos escogimos pésimos gobiernos/ (rivalizamos mucho en este asunto: Santo Domingo se sacó los premios).

Tuvo de presidentes singulares/ déspotas sanos, déspotas enfermos/tiranos tontos y tiranos ricos/mandones locos y mandones viejos.

En esta variedad un tanto triste/ tuvieron a Trujillo sempiterno/ que gracias a un balazo se enfermó/ después de cuarenta años de gobierno.

Podríamos decir de este Trujillo/ (a juzgar por las cosas que sabemos)/ que fue el hombre más malo de este mundo/ (si no existiese Johnson, por supuesto).

(Se sabrá quién ha sido más malvado/ cuando los dos estén en el infierno.)

Cuando murió Trujillo respiró/ aquella pobre patria de tormentos/ y en un escalofrío de esperanzas/ subió la luna sobre el sufrimiento.

Corre por los caminos la noticia/ Santo Domingo sale del infierno/por fin elige un presidente puro: es Juan Bosch que regresa del destierro.

Pero no les conviene un hombre honrado/a los gorilas ni a los usureros.

Decretaron un golpe en Nueva York: lo echan abajo con cualquier pretexto/

lo destierran con su Constitución/instalan a cualquier sepulturero/ en el trono del mando y del castigo. Y los verdugos vuelven a sus puestos.

“La democracia representativa/ha sido restaurada en ese pueblo”/dijo El Mercurio en un editorial escrito/en la embajada que sabemos.

Pero esta vez las cosas no marcharon/.De un modo inesperado, aunque severo/ a norteamericanos y gorilas/ les salieron tornillos en el queso. Y con voz de fusiles en la calle/ salió a cantar el corazón del pueblo.

Santo Domingo con su pueblo armado/ borró la imposición de los violentos: tomó ciudades, campos, y en el puente/ con el pecho desnudo y descubierto/ aplastó tanques, desafió cañones…
En la actualidad, la pandemia sanitaria ha contribuido a poner al desnudo y con más profundidad las inequidades sociales, así como incapacidad de muchos gobiernos para enfrentar la crisis y generar una situación de esperanza. En nuestro contexto, existen diferentes frentes sociales a los que se deben sumar las energías en una misma dirección: sinergia. La lucha contra la corrupción, el narcotráfico y microtráfico que parecen permearlo todo, la descomposición policial y su consiguiente reforma, la violencia social expresada en las calles a través de atracos, robos, agresiones, violaciones, homicidios y feminicidios, la proliferación desmedida de bancas de loterías y apuestas, las bebidas adulteradas, la propensión al dolo y la estafa pública por parte de cuerpos, como la Cámara de Diputados, quienes aprovecharon la discusión que existía sobre el aborto y las tres causales para modificar en el proyecto de Código Penal las penalidades para políticos corruptos, así como eximir a los partidos políticos de responsabilidad son motivos, más que suficientes, para aspirar a entender a una sociedad ecléctica.

En un momento de crisis de institucionalidad, como siempre, se creó una ley de financiamiento de los partidos para evitar la influencia del narcotráfico en sus actividades y, por el contrario, hay más complicidad que nunca con el bajo mundo, en donde, políticos, militares y empresarios hacen causa común con narcotraficantes.

La situación sanitaria ha afectado los aparatos productivos, generado desempleo, obligado a implementar planes sociales para mitigar los efectos nocivos de la crisis. Esto ha generado más endeudamiento externo e interno y el Estado Dominicano ya no soporta los programas sociales y los ha dejado sin efecto. Desde el inicio de la presente gestión gubernamental se ha abordado lo ineludible que resulta una Reforma Fiscal para ordenar el gasto, eficientizarlo así cómo mejorar los ingresos públicos. Colombia puede ser un ejemplo para tomar en cuenta, su intento de Reforma Fiscal despertó el espíritu indomable de este pueblo.

En la actual coyuntura se plantea una Reforma Fiscal donde se pretende colocar impuestos a productos básicos de la canasta familiar (Agua, Alimentos) y queriendo dejar fuera a los financistas y plutócratas que se quedan con la mejor parte del PBI. La población percibe que, con la Reforma, ella sería quien pagaría los platos rotos y estaría en condición de lanzarse a las calles en movilizaciones continuas sin que le importe represión policial.

La economía dominicana es híbrida, el Estado favorece a grandes empresas y corporaciones con exoneraciones y excepciones que distorsionan el rol tributario estatal. Se está procurando reavivar la comisión nacional de empleos, pero el turismo está en crisis, los empleos del sector construcción son ocupados por ciudadanos haitianos, así como los del ámbito agrícola, escenarios en los cuales son imprescindibles.

República Dominicana es un país con sueldos y salarios que dan pena. Tiene la rara condición de que después que un joven cursa una carrera universitaria que si ha sido con crédito lo deja hipotecado por años, el mercado laboral dominicano ofrece entre 20 y 25 mil pesos, US400 o 450 dólares; y se considera agraciado el que puede acceder al mercado de trabajo. Salarios pocos competitivos generan fuga de cerebros y el país pierde lo más importante un recurso humano formado y que irá a otra sociedad donde haya más oportunidades.

El salario mínimo promedio es un atentado contra la dignidad del trabajador (diez mil pesos, US$200 dólares). La sociedad tiene profundas ansias de justicia social acumuladas. Sólo el ejercicio de la ciudadanía activa y responsable puede dar señales a los gobernantes de que el pueblo también existe. La gobernabilidad depende de todos los actores políticos y sociales.

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