Todo el que entra a la ciudad de Azua de Compostela por la vía de acceso principal tiene que pasar frente a la Escuela Básica Bartolomé Olegario Pérez, con una tarja que muestra los años 1873-1900, expresión de una vida breve, que en menos de tres décadas se ganó el mérito para que su memoria sea perpetuada entre las nuevas generaciones.

Esta semana iniciamos una pesquisa, entre azuanos amigos y en nuestra biblioteca, para documentarnos de quién fue el personaje, al ser convocados a una actividad del Instituto Agrario Dominicano y la Unidad Ejecutora de Titulación de Terrenos del Estado, en un polideportivo con el mismo nombre de la escuela, así como una calle central de la ciudad sureña.

La indagatoria nos permitió comprobar que el joven ido de este mundo a la edad de 27 años, fue un poeta y periodista discípulo de Emilio Prud-Dome, que llegó en un tiempo a tenérsele como el verdadero autor de las letras del Himno Nacional.

En conversación por separado con la gobernadora de Azua, Ángela (Grey) Pérez y la periodista y escritora azuana Emilia Pereyra, comenté extrañado que cómo era posible que un decreto del Poder Ejecutivo del 1972, ordenando el traslado de los restos de Pérez al Panteón Nacional, no se haya ejecutado medio siglo después.

En una serie publicada en el periódico digital Acento, el historiador puertoplateño Juan Ventura, precisa que el decreto es el número 2140 del 1972. La revelación aparece en la entrega 92, del 2 de abril del 2021, donde se resalta que Pérez llegó a dirigir una página semanal del Listín Diario, como parte de su intensa vida periodística.

La Biblioteca Digital BNPHU incluye la obra póstuma Margaritas (1930), con prólogo del licenciado Ortiz Marchena, quien expresa: “Los versos del poeta serán para Azua el amable recuerdo de una época de espiritualidad, en la que no solo se vivía de pan, en la que triunfó la escuela, en la que floreció “La Idea”. Es tiempo de ejecutar el olvidado decreto.

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