Con El Ocaso de la Nación Dominicana, en 1990, Manuel Núñez fue el primer escritor dominicano de las últimas generaciones que advirtió al país del fenómeno migratorio fronterizo que hoy enfrenta la nación. Otro libro se publicó más recientemente, titulado Haití: Trauma de un proceso colonizador fracasado, de Santiago Sepúlveda Solano, que hizo recordar los diagnósticos y pronósticos del primero.

Sepúlveda Solano, como Núñez, coincide con investigadores como Manuel Arturo Peña Batlle, Federico Henríquez Gratereaux, Hugo Tolentino Dipp y más recientemente Reina Rosario, en que el surgimiento de Haití como nación fue consecuencia de Las Devastaciones, ejecutadas por el gobernador Antonio de Osorio en 1606, ordenadas por el Rey de España Felipe III, en 1603.

La justificación de la tesis planteada en Haití: Trauma de un proceso colonizador fracasado es el interés en demostrar que los pueblos que pueblan la isla tienen historias paralelas, pero que el presente y el futuro de la nación dominicana están seriamente amenazados por el hecho cierto del agravamiento en grado superlativo de los problemas económicos, ambientales y sociales que afectan al país vecino, el más pobre del hemisferio.

El libro describe las relaciones dominico-haitianas con España, Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Alemania y todas las potencias europeas, sin ignorar el papel de los gobernantes haitianos en la independencia de los pueblos sudamericanos y en la Restauración de la República. Los estadounidenses aparecen en deuda con Haití.

La obra establece que Haití es una conquista de los esclavos que en 1804 vencieron al ejército de Napoleón, mientras que República Dominicana es producto de luchas contra Francia, Haití y España, junto al rechazo “a los planes de anexión a los Estados Unidos”, potencia que invadió el país militarmente en 1916 y 1965. Es mucho lo que se ha tratado el tema de las relaciones dominico-haitianas, con un gran aporte de la historiadora María Elena Muñoz. Lo que se requiere ahora es que, como ha planteado el Presidente Luis Abinader, la comunidad internacional busque salidas a su crisis, evidentemente irreversible.

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