¿Por qué insistir en la tragedia de la dictadura cuando la democracia ha sido una comedia bufa? Es lo que parece preguntarse el escritor Alejandro Santana con su novela No todo fue tan breve, en la que describe el universo existencial dominicano de las últimas seis décadas, vividas en sobresaltos económicos, políticos y sociales, con sus secuelas de falta de institucionalidad, corrupción, impunidad, crímenes, componendas, contubernios, estímulo a la prostitución y desaliento al trabajo como medio de crecimiento humano. El autor demuestra que si la dictadura no es ya cosa de la historia se debe a la disfuncionalidad democrática.

Lo que más parece dolerle a Santana, nacido en Samaná en 1960, es que quienes fueron los críticos más mordaces de las dictaduras Trujillo-balagueristas reivindicaron sus métodos autocráticos, con máscaras de progresistas, tras “haber traicionado sus principios conjuntamente con los ideales que una vez dijeron enarbolar y que juraron defender hasta la muerte”. La sangre derramada en la postdictadura sin que llegue a lograrse el ideal democrático surge como centro de la indignación novelada. Sagrario, símbolo de una vida ofrendada por el objetivo en plena inocencia; Orlando, el periodista asesinado por la verdad, que hoy se avergonzaría de que las “bocinas” reinantes le llamaran colega. Otros personajes representan a los artistas, poetas, académicos, intelectuales, religiosos, campesinos, obreros y estudiantes que vivieron la etapa de las utopías, condenados al ostracismo en los años recientes, calificados por el historiador Roberto Cassá como oscuros y de “pragmatismo mercantil”.

En los sesenta, reconocidos escritores latinoamericanos se comprometieron a escribir la novela de la dictadura. Hoy la gran tarea sería relatar, como lo hace Santana, el desencanto provocado por la corrupción de la falsa democracia, que ha convertido a los pueblos en simples objetos, empobrecidos material y espiritualmente, para el enriquecimiento de políticos en componenda con las mafias del capitalismo salvaje. Emilio, personaje destacado, pide “crear las condiciones para que caigan algunos santos, adelante, no nos detengamos, y cuanto antes mucho mejor”. La novela refleja la indignación dominicana actual.

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