Delia Ogando Terrero se inició en la danza a los 3 años en la Escuela de Ballet Clásico Jasmeiry en el Club Los Trinitarios, en Santo Domingo Este. Aunque para entonces sus conocimientos en la disciplina fueron básicos y superficiales, fueron suficientes para mantenerse en el camino. En 2007, con 10 años la admitieron en la Academia BalleTeatro Dominicano, bajo la dirección de la fenecida maestra Ximena Quintana, en donde inició como bailarina de jazz dance con el maestro Wilbert Beltré. Luego, incursionó en los géneros de ballet clásico y neoclásico influenciada por su profesora y actual directora de la academia Carla Fauchard. Con el paso del tiempo y “con mucha dedicación y esfuerzo” fue escalando hasta formar parte de la compañía de Baile Hispanic Dance Company por la Academia BalleTeatro Dominicano, nombre que llevaba en ese entonces. Durante este tiempo “tuve el honor de tomar clases con la maestra Quintana, quien culminó y dio los toques finales a mi formación como bailarina”.

¿Cómo te iniciaste en la carrera?

Supe que amaba la danza con todas mis fuerzas, no a la edad de 3 años, sino cuando en días en los que no podía asistir a mis clases de formación ni ver mis compañeros de clases de salón no podía dejar de pensar en ellos. Sentía que algo faltaba en mi vida, fue precisamente en esos momentos en que realmente supe que nací para esto.

¿Cuál fue el primer trabajo que te dio reconocimiento?

En 2014 inicié como asistente de profesora de Baby Ballet en la Academia BalleTeatro Dominicano, ya en 2015 obtuve mi propio grupo de alumnas, todo esto hasta la actualidad. He tenido grupos de edades muy pequeñas hasta grandes.

¿Quiénes fueron y son hoy en día tus referentes en el baile?

Mis referentes siguen siendo mis maestros. Ellos son los que me entregan su conocimiento y de ellos saco la inspiración justo al momento en que voy a escena. Existen otros modelos a seguir, que son grandes para mí como Misty Copeland que es una bailarina de ballet estadounidense que forma parte del American Ballet Theatre. Ella es inspiradora y muy talentosa. Además están los maestros de los cuales me nutro a través de sus talleres de baile, de ellos tomo el conocimiento que aún me falta. Me inspiran.

¿Cuáles crees que son los mayores prejuicios que tiene la sociedad
hacia el baile?

Siento que la danza es una forma de arte pura y noble. Una expresión orgánica de alto nivel de aceptación por la sociedad. Si hay algún prejuicio hacia la danza es el pago hacia los bailarines, porque muchas veces la gente tiene un punto de vista el cual no considera esto como una forma de trabajo al igual que otra profesión.

¿Se puede ser bailarina y vivir de ello actualmente?

Es muy complicado ser bailarín profesional y vivir de ello en el país, lastimosamente. He tenido referentes que se les ha hecho muy difícil, pues no reciben mucho apoyo y la verdad es que la remuneración es muy poca y débil en el país. Conozco grandes bailarines de compañías de ballet internacionales que sí reciben una remuneración con la cual pueden sostenerse y vivir de ello.

¿Qué considera más importante para entrar en una escuela de baile?

Lo más importante para entrar en el mundo de la danza es tener actitud y disposición. Creo que eso es lo más importante en todas las disciplinas. Muchos creen que es el cuerpo físico, y la verdad es que no voy a negar que eso va mucho de la mano con la disposición y actitud, pero eso está en segundo plano. Primero lo primero, todo es cuestión de actitud.

¿Cómo vives tu carrera?

Mi carrera de bailarina es pura felicidad, esfuerzo y disciplina. Vivo una y otra vez cada vez que subo al escenario.

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¿Qué trabajo te ha marcado más profesional y emocionalmente?

Un trabajo que me marcó fue la primera vez que tuve la oportunidad de bailar con la compañía profesional de la academia cuando estaba en nivel intermedio y al mismo tiempo con un coreógrafo internacional. Esa puesta en escena fue estupenda, un súper reto para mí, era una adolescente que estaba lidiando con su cuerpo, que había llegado a un nivel avanzado… Luego de ese show, sentí que crecí mucho profesionalmente.

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

Para ser sincera, una de las cosas que más me gusta de mi carrera es el momento antes de los shows. Para mí es mi lugar feliz. Ver el escenario, los asientos vacíos y meditar en el show es mi parte favorita de todo.  Ese momento antes de los shows es una dosis de serotonina y dopamina. Hay muchas palabras para explicar este trayecto, esta vida de bailarina: pura vida, felicidad y pasión. La danza, puedo decir que es algo que me apasiona grandemente, es donde pongo a muestra todas mis fortalezas, donde me siento en paz. Bailar, hace feliz al mundo, a cualquier persona, a cualquier paciente. Es lo más cerca de lo alto que he podido estar. ¡Que sigan los shows!

¿Cómo ha sido tu experiencia en BalleTeatro Dominicano?

Puedo admitir que cuando me inicié en la Academia BalleTeatro Dominicano no pensé que el baile iba a ser mi otra profesión. Nunca imaginé que llegaría tan lejos todo esto. Más que amigos, he hecho hermanos y hermanas de la vida. Creo que mi vida no sería igual sin esta experiencia, que agradezco infinitamente a mis maestros. He aprendido a trabajar en equipo y mucha disciplina.

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