Filme de terror, sí, pero que se extrapola más allá de las convenciones del género. Para eso se apoya en el luto que impacta a los miembros de una familia -a cada uno de manera distinta- cuando muere la abuela y matriarca, que deja en herencia su casa a su hija, casada y con dos hijos, y con quien no tuvo una buena relación, y cree que la muerte de ésta puede hacer que pase página. Pero todo se complica cuando su hija menor comienza a ver figuras fantasmales, que también empiezan a aparecer ante su hermano. Incluso después de la partida de la matriarca, ella permanece como si fuera una sombra sobre la familia, especialmente sobre la solitaria nieta adolescente, Charlie, por quien ella siempre mantuvo una fascinación no usual. Con un creciente terror tomando cuenta de la casa, la familia explora lugares más oscuros para escapar del infeliz destino que heredaron. Nada así entre los clichés del género y lo manifiestamente acreditado dentro de lo emocional y psicológico de los personajes. Pues bien, es el luto el material cardinal para componer secuencias de miedo, muy bien manejado con obcecaciones diversas de los personajes, es decir que la expresión de la pena se traduce en neurastenia con todo un abanico de connotaciones emocionales y psíquicas que le dan argumento narrativo cinematográfico a los conocidos clichés del cine de terror. Ya hemos visto ese manejo en Get Out (2017) y en El bebé de Rosemary (1968), e igualmente en El Exorcista (1973), o la recordada Ghost: Más allá del amor. Un reguero de filmes se ha hecho con el tema de la pérdida. El duelo, el luto, es manejado hoy en grupos de duelos como lo está la hija de la señora que muere. El filme innova precisamente en cómo ese luto o duelo genera psicosis o también neurosis (por cierto que da unas pitadas del personaje Norman Bates del filme Psicosis de Hitchcock). Aun si obviamos lo paranormal el filme construye una narrativa cuya historia es la de la decadencia de una familia de clase media alta norteamericana como un símil obvio de la sociedad estadounidense cuyas bases son terroríficas. Pues bien, es un filme inquietante sin los clichés-técnica del jumpscare (sustos). Marca un punto de inflexión en su narrativa con las convenciones del género. De ritmo lento es posible que no sea del gusto de público acostumbrado a bodrios hollywoodenses. El final da idea de una segunda parte. En Netflix con ese título.

HHHHH Género: Terror psicológico. Duración: 122 minutos

Posted in Crítica Cine

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