Introducción

Repasando mis “Momentos”, encuentro estos temas sobre “LA VIDA” y llevan títulos, precisamente, sobre la vida.
Los invito a ustedes también a repasarlos conmigo, con los mismos títulos.

1. La vida es bonita
“Tenemos tantos problemas políticos y sociales que los dominicanos nos estamos olvidando de las partes bonitas de la vida. Incluso puede parecer que se está fuera de la realidad si se pronuncia en voz alta la expresión: la vida es bonita. Hasta podría tomarse como ofensa o falta de sensibilidad.

Pero lo cierto es que, a pesar de nuestras quejas y nuestras crisis políticas, hay muchas cosas hermosas entre los dominicanos: echemos una mirada a nuestros niños con sus ilusiones, a nuestros jóvenes por quienes luchamos, a la vida misma que nos invita a luchar cada día para defenderla y tornarla mejor.

Incluso nuestros debates, impugnaciones y críticas, que tanto nos maltratan, son señales de que somos un pueblo libre y vivo: aunque no se esté de acuerdo con nosotros ni se acepten nuestras proposiciones podemos expresarnos; mantenernos en pie y recuperar en otros momentos lo que ahora creíamos perdido.

La vida es bonita, porque, a despecho de los sinsabores de la existencia, tenemos aún razones para vivir y razones para seguir luchando”.
(Tomado de mi libro Un momento I, segunda edición, pág. 107).

2- Un tiempo para la vida y para la muerte
“Hay un tiempo para vivir y hay un tiempo para morir”, reza un viejo proverbio.

Muchos dominicanos están muriendo a destiempo: por desnutrición, un accidente, un viaje en yola, polizones de barco, atracos, crímenes de diversos tipos. Un aborto es una muerte a destiempo y un asesinato.

La vida es sagrada y la muerte un intruso inevitable, que debe entrar el día y a la hora que se le ha fijado. Mientras tanto, se debe resistir a la muerte y no hay por qué adelantar su momento, ya que la vida es un don y una tarea.

Corremos el peligro de acostumbrarnos a los muertos adelantados, a los muertos violentamente, a los que partieron antes de tiempo.

El que en la República Dominicana las muertes de polizones u otros muertos sean noticia de primera línea, se mantiene en pie la conciencia de la vida. Pero hay que estar alertas; estar alertas, y precaver las muertes y resistir las acciones o personas que adelantan el tiempo de los muertos”.
(Tomado de mi libro Un momento I, segunda edición, pág. 111).

3- Dar la vida

“Si la madre no arriesga la propia vida, no nace el niño. Si no hay gente que arriesgue la propia vida, no nacerá un mundo nuevo.

Vivimos una época en la que impera la sospecha. Pensamos que detrás de cualquier palabra o acción se esconde algún interés que no se ha manifestado.

Se ha perdido la confianza entre los hombres porque se ha mentido y porque la búsqueda exclusiva del interés personal se va volviendo ley de la vida.

Todo el mundo ansía la solución de los grandes problemas de la humanidad y huye de la violencia, pero muy pocos
están dispuestos a ceder un poco de sus intereses o ideologías para resolverlos.

Se pide austeridad, pero no la propia, sino la de otros. El mundo de hoy necesita personas que den generosamente su vida para poder salvarlo.

Dar la vida es ceder de los propios
intereses para que otros vivan.
Dar la vida es renunciar a explotar, matar y hacer guerras.
Dar la vida es morir para que otros
vivan.

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da frutos”.
La sangre es signo de la vida. El mundo de hoy, desangrado por tantas luchas nacionales e internacionales, necesita una transfusión de sangre nueva y joven. No hay dinero que pueda comprarla ni nadie que quiera venderla de esa manera.

La sangre que el mundo necesita ha de ser sangre donada.

Se dona la sangre cuando se quiere al enfermo y cuando se cree que ella lo puede salvar.

Para dar la vida o para “darle vida” a otro, quienquiera que sea, es necesario haber descubierto que “todo hombre es mi hermano”.

“Te doy mi sangre, te doy mi vida porque te quiero, porque eres mi hermano”.

Para dar la vida por un pueblo hay que creer que el mundo ha sido hecho no para destrucción y muerte, sino para que viva.

Para salvar al mundo de hoy, hay que ir más allá de la sospecha, la mentira y la desconfianza. Hay que renovar la fe.

“Creo que sólo dando la vida por los hombres, el mundo resuelve sus males”.
(Tomado de mi libro Antes de un momento, segunda edición, págs. 82-84).

4- El valor de una vida

“La vida es un don de Dios. Él es el único dueño de ella. Al ser humano, varón o mujer, le ha sido dado el comunicarla, cuidarla, administrarla, defenderla, pero no quitarla.

No matarás, y el que mate será reo de juicio, dicen las Escrituras Santas.

En la cultura dominicana, uno de los grandes pecados era matar: yo ni robo ni mato, repetían nuestros padres y abuelos.

Una sola vida tiene tanto valor que los médicos tratan de salvarla a como dé lugar; los rescatadores corren riesgos insospechados para arrancarla de cualquier desastre y los científicos dedican sus mejores energías y recursos, buscando medios para preservarla y alargarla. Una sola vida humana es tan importante, dicen los cristianos, que Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, entrega la suya para que aquella no perezca.

Por eso hay llanto y luto cuando muere alguien, porque una vida tiene gran valor e importancia.

¿Con qué palabras o de qué manera se puede consolar a una madre, comunicadora de vida, cuando ha muerto su hijo, y sobre todo, cuando lo han arrancado violentamente de sus brazos y del mundo de los vivos? ¿Qué precio se dará a una familia, por quitarle a uno de sus miembros?

Es difícil aceptarlo, pero hay que repetirlo una y otra vez: Todos los tesoros del mundo no valen lo que vale una sola vida humana. Tampoco paga el precio de una vida un triunfo electoral ni una silla presidencial.

No es cierto que el fin justifica los medios y que el asesinato es permitido en política.

El ardor político, el fanatismo de cualquier tipo y la ambición desmedida son enemigos del hombre, de su razón y de su cordura. Detrás de esos sentimientos, se encuentra, si no un frío asesino, al menos, un potencial matador descontrolado e inconsciente.

Ante una muerte violenta, se discutirá si fue en defensa propia o no, se buscará reparar de alguna manera la injusticia cometida, si la hubo, pero la sangre derramada ¿quién la recogerá?; y la vida tronchada, ¿quién la devolverá? Sólo Dios, porque sólo Él puede dar vida y conferir la facultad de comunicarla. Por eso, ningún varón o mujer tiene la facultad de matar, porque no es dueño de aquello que puede arrebatar, pero no devolver”.

(Tomado de mi libro Más allá de un momento, primera edición, págs. 17-18).

Conclusión

CERTIFICO que los datos recogidos en este trabajo son de mi autoría, y están plasmado en mis libros “UN MOMENTO I” y “ANTES DE UN MOMENTO”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los once (11) días del mes de agosto del año del Señor 2021.

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