“El domingo” es un día de la semana, que tiene sus características propias. Forma parte de nuestra tradición cristiana y se le considera como tiempo de descanso y recreación. Sin embargo, vale la pena echar una mirada detenida al domingo en el mundo de hoy y ante los cambios modernos.

1- Origen del nombre
“Domingo” viene del latín “Dominus” (Señor) y significa, según su etimología, “Día del Señor.” Su origen y sentido está ligado a acontecimientos bíblicos y cristianos.

El domingo es el primer día de la semana: el día en que Dios Padre comenzó la creación; es el día de la Resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre; y el día en que se manifestó el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, justamente en la conocida fiesta judía de Pentecostés y cuando la Iglesia se da a conocer y empieza su proyección.

En domingo comienza el primer libro de la Biblia, el Génesis: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra… Dijo Dios: “Haya luz” y hubo luz Dijo: Amaneció y atardeció: día primero (Génesis 1, 1-4). También en domingo tiene sus comienzos el último libro de la Biblia, el Apocalipsis: “Yo, Juan, me encontraba en la isla de Patmos… Caí en éxtasis el día del Señor y oí detrás de mí una gran voz, de trompeta, que decía: Lo que veas escríbelo y envíalo a las siete Iglesias “(Ap 1, 9-11).

Por todas estas razones, el domingo siempre ha merecido el respecto de los cristianos ; y desde los inicios mismos de la Iglesia, hace más de 2000 años, los cristianos se reúnen en comunidad para orar, escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Cena del Señor (la Eucaristía).

2- Domingo en la religión del consumo
La sociedad consumo no siente ningún respeto ni veneración por el domingo. Al revés, la considera un día apropiado para abrir los templos del dinero y vaciar de presencias humanas los auténticos templos dedicados al Dios vivo.

Es común en nuestros pueblos hablar de la crisis por la que atraviesa la familia. También lo dicen quienes no pertenecen a la Iglesia ni tienen mayor fe en Jesucristo. Matanzas juveniles en diferentes colegios de Estados Unidos acaparan la atención de los medios y comentaristas. No era para menos. Sin embargo, no paramos mentes en que, invadiendo el domingo de comercios y reduciéndolo a un simple día laboral, dejamos a la familia sin espacio para el encuentro familiar.

En tiempo en que se redescubre el hechizo de la libertad (enhorabuena) y reclamamos libertad de opinión y de expresión, libertad de elección y de religión; en tiempo de amor por la democracia, de libertad política y sexual, en que se defiende la libre opción y el derecho a hacer la propia vida, llama la atención de qué manera nos privamos de libertad en aras del dinero. La gente se vuelve trabajólica y los que reclaman libertad económica no siempre tienen la misma sensibilidad para el respeto de las libertades humanas y sus derechos consiguientes, como se vió en tanto régimen de fuerza latinoamericano. En ese ambiente, en “occidente cristiano”, tratan de matar por asfixia el domingo, real día de libertad, en el que se deja de trabajar para gozar del descanso y la gratuidad.

3- Domingo y fiestas de calendario
No deja de ser sintomático que, mientras la tradición judía protege rigurosamente el “shabbat”, que nosotros respetamos, e incluso los impone a otros, cerrando tiendas en día de sábado. Mientras la tradición islámica es celosa defensora de su viernes, por cierto respetable, los cristianos transamos sin problema el Día de la Resurrección del Señor, y cedemos fácilmente ante el negocio, llenándonos de excusas pragmáticas para trabajar en el día del descanso.

De esa manera, en la era productiva, vamos reduciendo las fiestas del calendario, para transformarlas en días laborables. O bien, para pasar las fiestas a los lunes, haciendo todos los días iguales, sin relieve, como los pasillos de un centro comercial, iluminado por dentro y sin vista hacia la calle, donde se pierde el sentido del día y de la noche. Ya no vale el día del cumpleaños o del aniversario matrimonial, trasladados a los sábados para poder festejar. Así asesinamos lo festivo, el día del contraste que nos prepara a la creatividad laboral, y nos transformamos en seres idénticos, planos, productores eficientes, hombres y mujeres carentes de sentido, que terminan viviendo para trabajar.

4- Domingo y fin de semana
En esa tendencia a pasar la aplanadora por los días diferentes, hemos terminado por convertir el domingo en la expectativa por “el fin de semana” que, sin embargo, aún mantiene ese rasgo tan antropológico, propio del domingo, que es el tiempo para el descanso, la fiesta… el tiempo para regalarnos un amor más desprendido. Porque, por seculares que seamos, el alma no ha perdido su sentido que la hace añorar lo más propio del ser humano que no es el negocio sino el amor: la contemplación, la gratuidad, la alegría desbordante del “porque sí” que no siempre produce el “para qué”… Sólo que, oh paradoja, rendimos culto al fin de semana, para deshacernos del cansancio, y no al comienzo de semana para darnos nuevos bríos para vivir y amar. Y el domingo es precisamente, no el día que muere –el viernes- sino el primer día de la creación, el día que nace, el día de la Resurrección.”(P. Chistian Precht, sacerdote Chileno.)

Conclusión
CERTIFICO que he trasmitido datos fidedignos sobre el “domingo”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintiocho (28) días del mes de abril del año del Señor dos mil veintitrés (2023).

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