Introducción

Cuatro temas específicos, traídos en nuestro mensaje con motivo del 27 de febrero del 2021 sobre la fraternidad, son los tratados aquí.

Nos inspiramos en el mensaje del Papa Francisco “Fratelli Tutti” (“Hermanos todos”) del 3 de octubre del 2020. El nuestro lo titulamos “Y al mundo mostremos que somos hermanos”.
Para ello hay que educar y construir la fraternidad, mostrarla en favor de la vida, hacerla universal y que la corrupción y las fake news son sus enemigas.

1.- El espíritu fraterno se construye en la familia
“El cuidado de sí mismo implica especialmente un cuidado del ámbito familiar. La fraternidad, igual que otros valores, se aprende en casa. Cada uno debe procurar construir el espíritu fraterno en el hogar que le ha tocado vivir, independientemente de cómo esté compuesto. Y quienes no hayan tenido la gracia de crecer en una familia estable podrían ser acogidos por familias bien constituidas, con padres y madres que les hagan experimentar el gozo de ser amados personalmente, paso imprescindible para experimentar la alegría de la fraternidad universal.

El Papa entiende que forma parte del compromiso social el crear las condiciones para establecer familias estables. Sus palabras mezclan sabiamente un tono desafiante con un tono alentador: «Algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y solo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será una expresión romántica más». Inspirados en estas palabras del Papa, quisiéramos invitar a la Pastoral Familiar, a través de nuestras Universidades, a un simposio abierto para plantear las bases de una auténtica política pública familiar para la sociedad dominicana” (Cfr. #4, 5).

2.- La fraternidad se muestra en favor de la vida
“Es en este contexto en el que se inserta nuestra conocida posición en contra de la legalización del aborto. Lamentamos que algunos tilden la postura de la Iglesia Católica de oscurantista, enemiga de la ciencia y producto de una actitud medieval (dicho sea de paso: una interpretación superficial de la cultura medieval, típica de la Ilustración eurocéntrica). En realidad, la oposición a la legalización del aborto es un grito de alerta junto a otros en contra de una sociedad que se organiza predominantemente sobre valores utilitaristas. El Papa Francisco viene denominando, desde hace varios años, «sociedad del descarte» al modo imperante de organizar el mundo actual globalizado, que se basa en el siguiente presupuesto inmoral: «Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo “no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si ‘todavía no son útiles’—como los no nacidos—, o si ‘ya no sirven’ —como los ancianos—. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos” (Cfr. #6).

3.- Fraternidad universal
“La encíclica entiende el cuidado de las relaciones familiares como un punto de partida, no como un punto de llegada. En este orden, urge cultivar un sentido de nación que no se contradiga con un sentir universal, cosmopolita. La nación se interpreta espontáneamente como la familia extendida, como una comunidad que comparte los mismos ancestros, los mismos valores y el mismo destino. Por eso, se debe estar atento para no cultivar un sentimiento nacional exacerbado, que acabe por excluir al extranjero o al diferente, mucho menos en nombre de la fe cristiana.

El Papa nos instruye de manera clara sobre este punto con las siguientes palabras: «Todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico frente a estas tendencias, y ayudar a reaccionar rápidamente cuando comienzan a insinuarse. Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos».

Una convivencia socialmente sana, impregnada por la fraternidad, se manifiesta en el modo justo y solidario en que se trata a las personas migrantes. No cabe duda, la migración es un signo de nuestro tiempo: muchas personas, en diversas partes del planeta, se ven forzadas a dejar la tierra que las vio nacer. Como reacción a la llegada masiva de inmigrantes, muchas sociedades de recepción sienten amenazado su nivel de vida. El Papa reconoce lo delicado de la situación, pero no por ello deja de invitar a practicar la virtud de la hospitalidad con el extranjero, tan característica de la Biblia.

También nos invita a abordar fraternalmente el desafío de las migraciones con palabras bien cálidas: «Comprendo que ante las personas migrantes algunos tengan dudas y sientan temores. Lo entiendo como parte del instinto natural de autodefensa. Pero también es verdad que una persona y un pueblo solo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura a los otros. Invito a ir más allá de esas reacciones primarias, porque “el problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizá, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro”».

Nosotros, Obispos dominicanos, hemos abordado este tema en mensajes anteriores en términos muy similares a los empleados por el Papa Francisco. Así lo hicimos en nuestro Mensaje de 2005, y más recientemente, en nuestro Mensaje de febrero de 2015, reflexionábamos de esta manera: «Crea tensión entre nosotros la problemática de la inmigración que requiere una posición racional y justa para su solución. La población inmigrante es quizá la más vulnerable en todos los rincones del mundo globalizado»”. (Cfr. #7, 8, 9, 10, 11).

4.- La corrupción rompe la fraternidad

“Se impone también hacernos eco del tema que ha movilizado a la sociedad civil dominicana en los últimos años: la corrupción pública. Quisiéramos que esta indignación contra algunos políticos se vea acompañada por una revisión de vida personal en todos los niveles y en todos los ambientes, para no caer en aquella mala práctica de solo ver la paja en el ojo ajeno (Cf. Mt 7, 3-4). La denuncia de la corrupción en el Estado pone de manifiesto el sentido de justicia que emana de la dignidad humana.
Ciertamente, como lo confirma la regla de oro que se encuentra en todas las culturas y religiones, se debe tratar al otro como uno quiere ser tratado (Cf. Mt 7, 12). La corrupción estatal hiere esta sensibilidad universal que reclama un trato igualitario para todo ser humano y atenta directamente contra la integridad de toda la sociedad, pues desvía los fondos necesarios para implementar las políticas sociales” (Cfr. #12).

5.- Fake news

“La pandemia se esparció vertiginosamente gracias a los medios de transporte modernos, pero sobre todo profundizó su carga viral a través de los medios de comunicación digitales, que por su instantaneidad transmiten otro virus quizá peor: la infodemia de fake news (noticias falsas). Debido a la infodemia, podemos sentirnos más frágiles de lo que en realidad somos, y vernos proyectados a buscar soluciones desesperadas e irracionales que atenten contra las medidas sensatas de salud pública. Las noticias falsas virales infectan de individualismo y agresividad a una velocidad inusitada, planteando de nuevo la necesidad de un compromiso más decidido por la verdad. No podremos combatir la pandemia de Covid-19 sin esta toma de postura fundamental, que nos debe llevar a cuestionar el uso responsable de las redes sociales.” (Cfr. #18).

Conclusión

CERTIFICO que los contenidos de mi trabajo fueron extraídos textualmente del Mensaje del 27 de febrero de 2021 de la Conferencia del Episcopado Dominicano, titulado “Y al mundo mostremos que somos hermanos”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los tres (3) días del mes de marzo del año del Señor 2021.

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