El cantautor, político y activista social Víctor José Victor Rojas (Víctor Víctor), quien falleció el jueves pasado a causa de la COVID-19, hace poco menos de dos años confesó que se sentía satisfecho con su vida, porque lo tenía todo.
“Lo tengo todo, una gran mujer a mi lado, tengo dos hijos que son dos chulerías, una maestrica y el otro es un diseñador gráfico de publicidad; tengo un carro y tengo una casa, puedo ir al súper, hablar con la gente, tengo los cobradores a distancia”, expresó durante una entrevista con el periodista Pablo McKinney en su programa McKinney de Color Visión, que se transmite los sábados a las 11:00 de la noche.

La simplicidad en la vida material de Víctor Víctor estuvo tan enraizada en su pensamiento que se manifestaba en su lenguaje. En toda la entrevista se descubrió su enfoque en simplificar los términos como cuando habla de una guitarrita en lugar de guitarra, cuando aborda el tema de la bachata. Sobre su hija también prefería decir que es una “maestrica” en lugar de maestra. De hecho, sus canciones más emblemáticas llevan por título términos diminutos: “La casita” y “Mesita de moche”. Hasta para referirse a su infancia hablaba de que era “un tiguerito” que jugaba en el Parque Colón, del sector Los Pepines, en Santiago, y que iba a los “bailecitos y era calladito”.

Incluso, para referirse a su incursión en la política, el fallecido cantautor prefería el lenguaje simple y habla de picadita en lugar de picar. “La picadita del mosquito de la política me vino por los cursos que hacíamos en Gurabo (Santiago) casualmente, el padre Guzmán, impartía unos cursos dentro de información social y ahí empezamos a entender el tema de la política y su importancia”, puntualizó.

Reveló que fue expulsado de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), donde se había inscrito para estudiar psiquiatría, ya que no estaba disponible psicología que era su aspiración profesional. Sin embargo, dijo que enfrentó problemas para asumir esa carrera porque requería cursar medicina y que no “aguanté ese fuete”. “Me botaron porque hice una protesta, bajé una bandera y la puse a media asta por la muerte del profesor Eladio Peña de la Rosa”, contó. Paradógicamente, sostuvo que ese hecho marcó el despegue de su carrera artística.

Por el rumbo que tomó la política y el avance social con el que soñó el cantautor para el país no estaba satisfecho; al contrario, lucía decepcionado.

Según lo que expresó, en ese momento prefería, en lugar de llorar y protestar, buscar otras formas para inducir a que la gente piense de otra manera, especialmente a través de la cultura, pero se quejaba del poco apoyo que recibe el renglón cultural en el país. “La cultura es la cenicienta porque le tienen miedo a eso”, comentó.

“Desde siempre entendí que lo importante era uno aspirar, hacer cosas, donde tuviera involucrado, donde tu pensaras un poco tomando en cuenta que no vives solo, que estás con los demás”, reflexionó. Reveló que sus primeras ideas políticas las conoció en la iglesia en Santiago donde fue monaguillo con los sacerdotes Jesuitas.

Víctor Víctor falleció el pasado jueves en la Plaza de la Salud a los 70 años, luego de que su Salud se complicó al infectarse de la Covid-19. Sus familiares informaron que sus restos fueron cremados porque así lo había solicitado en vida el artista.

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