El pianista argentino Raúl Di Blasio tiene en Santo Domingo un público cómplice a sus pies. Él lo sabe y lo agradece.

Aporrea el teclado con la misma intensidad de un machacador de carne industrial, y a la vez -en irrefrenables ataques de ternura-lo acaricia como un Amado Nervo escribiendo El retorno.

La gente lo asimila actitud de entrega y embelesamiento. Como dijo el inolvidable hermano Rafael Alcídes Pérez también en su poema: «agradecido como un perro».

Di Blasio no hace dos conciertos no ya idénticos, sino parecidos. Por el camino rompe el arreglo, lo decontruye, lo rearma por el camino. Según la respuesta del público, la energía que sienta desde su banqueta.

Desde el público (Foto cortesía de Pedro Bonilla)

La noche del viernes volvió al escenario del Teatro Nacional Eduardo Brito, esta vez en una producción de Amaury Sánchez, quien además dirigió la Orquesta Filarmónica de Santo Domingo.

Di Blasio se fue en halagos al público. Lo puso a dar palmadas, le hizo anécdotas chistosas siempre (habló hasta por los codos, tanto que tuvo que acortar el rundown), homenajeó a dominicanos amigos. Exudó simpatía.

La Obertura del concierto con la Filarmónica, bien entalladita, provocó el aplauso cuando salió a escena el conocido como El Piano de América. DI Blasio es de los quizás dos o tres últimos mohicanos de lo que se llamó música instrumental, una melcocha de lo sinfónico y lo popular, que a él le ha funcionado de las mil maravillas.

Di Blasio (cortesía de Pedro Bonilla)

El tema Piano, como en el 2010, cuando el propio Amaury los dirigió a dos pianos en el mismo escenario, a él y a Richard Clayderman, fue una excelente llave para abrir el concierto.

Enseguida después de la primera ovación, propuso dos temas ligados: Agua, Penélope (piano y órgano  en el teclado) en una versión demasiada larga y fanfarriosa, que sin embargo la gente aplaudió con un entusiasmo patético.

Amaury ajustando el tempo al pianista (Foto cortesía de Pedro Bonilla)

Luego hizo la historia de La leyenda de un beso y la anécdota relacionada con su tía Coca, que lo inspiró a montar el tema de Mocedades, que estaba pegadísimo en la segunda mitad de los ochenta.

Dijo que era, desde 1988, la primera vez que se tocaría en vivo con orquesta filarmónica incluida. De ser cierto, fue un bonito regalo al público dominicano. Excelentemente bien ajustados los pasajes de las cuerdas.

Hasta que te conocí, de Juan Gabriel, historia de por medio de cómo dio con El Divo de Juárez, y cómo la grabó con la Orquesta Sinfónica de Londres, tuvo una primera parte con su propia agrupación. Luego de unos minutos se incorporó la orquesta filarmónica y la repitió y puso a cantar al público. En total entre narración y bis, unos 7 a 8 minutos. Ovación de pie. 

Raúl Di Blasio, de pie ante el piano, en una anécdota (Foto cortesía de Pedro Bonilla)

«¿Sabes lo que me duele con el público dominicano?, que hace más silencio con el chisme que con las canciones!», expresó provocando la risa. Cosas así llovieron toda la noche.

Recordó que el hecho de que Juan Gabriel pusiera la voz a su versión significó el salto a la popularidad. «De cien mil y piquitos que había vendido, saltó a dos millones. A partir de ahí todo fue mucho más fácil y además de ganar un gran amigo. Uno de los artistas más importantes de mi carrera».

La interpretación fue acompañada con palmadas por el público.

Amaury salió de escena. Entraron Tomey Seders y Mayela, dos jóvenes voces femeninas de muy alta calidad. Maleya hizo un medley de Manzanero, Te extraño, Contigo aprendí, acompañada de la orquesta. Tomey hizo You rise me Up y Somewhere in time.

Ramón e Inés, homenajeados y ovacionados (Foto: Alfonso Quiñones)

Más adelante el artista habló de la pandemia y sus circunstancias después que interpretó Imposible dream. Hace la historia del doctor dominicano en Estados Unidos, su labor durante la pandemia y la Ramón Taillaj Foundation. Ocurre entonces el momento emotivísimo en que Ramón y su esposa Inés fueron homenajeados por Raul Di Blasio quien les entregó un diploma a cada uno. Habían viajado de Nueva York a Santo Domingo para la presentación. Ramón cantó una canción de alabanza a Capella. El doctor ha realizado una labor altruista con las minorías que no tienen ayuda médica. Tras el Homenaje a Ramón e Inés, la orquesta de pie. Luego Di Blasio interpretó Corazón de niño. 

Le siguió Corazón dominicano, que comienza como un rondó.

No podían faltar los tangos: Libertango, de Astor Piazolla; El dia que me quieras, de Gardel, Esperón y Le Pera; y Por una cabeza, de Gardel y Le Pera. Todo esto con el color específico del bandoneón, dialogando con el piano. Y un fragmento de Oblivión también de Piazolla. Eso antes de Por una cabeza. Dos bailarines de tango en video en pantalla led.

«Gracias Santo Domingo, Republica Dominicana. Gracias a la filarmónica y a Amaury».

Aún invitó a Tomey y a Mayela. A duo. “Si no los pongo felices con esto…!” Comenzó una melopea, hasta desembocar en un medley que denomina Sound of music. Dos horas y pico después, casi rozando la medianoche. Se despidió de la capital.

Este sábado estará en Santiago. A ver si los santiagueros se animan.

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