A 25 años de sus inicios en la música, el español Melendi llegó por primera vez a República Dominicana y como Julio César en la Antigua Roma debió decir “veni, vidi, vinci”.

Las sorpresas de este concierto producido por SD Concerts, comenzaron con que, en efecto, el Palacio de los Deportes estaba casi a plena capacidad. Algo increíble para un artista que no es de los que más se escuchan, que por primera vez viene y que hace no tantos años como su cuarto de siglo, que se ha hecho famoso por esta parte del mundo.

El concierto tuvo como protagonista a Melendi, claro. Pero también a un público a los pies del cantautor que ha sido comparado con Ricardo Arjona y que tal y como ha dicho el periódico chileno El Mercurio: “Al lado del guatemalteco, la poesía de Ramón Melendi está para el (Premio) Cervantes”.

El propio Melendi se emocionó por el recibimiento y la complicidad que le llegaba desde el frente: “Primera vez aquí y qué recibimiento… De bien nacido es ser agradecido y lo primero es decirles: muchas gracias por la increíble elección que han tenido hoy martes, venir a ver a Melendi. Muchas gracias dominicano de bien y con criterio”, dijo.

El asturiano -tanto como el poeta Alfonso Camín, iniciador hace más de un siglo de la poesía afroantillana, en La Habana- abrió con Likes y cicatrices, que provocó la primera ovación, Tú de Elvis y yo de Marilyn; De pequeño fue el coco, hasta llegara a Un violinista en tu tejado, quizás su canción más conocida.

Luego arremetió con Caminando por la vida, Con solo una sonrisa, Mírame, La religión de los idiotas, Como una vela y Sin remitentes.

Pero antes cantó Desde que estamos juntos. “Yo estaba vestido de habanero /Tú dijiste adiós con la mirada / Mientras que sonaba un tal Romeo / En un balcón de la vieja Habana / No hay nada más perro que el amor / Porque muerde siempre antes que ladra…”. Muy coreada, bailada y ovacionada, como si se tratara de La Habana. Luego siguió con otra canción “cubana” que acaba de poner a sus pies a Miami, donde hizo a duo con Aymeé Nuviola, Pan para Yolanda.

El segmento continuó con Autofotos y muy coreada Tu jardín con enanitos, Déjala que baile y Tan tonto como tú (una vieja dolencia de la columna le hizo salir de escena varias veces). Tocado y hundido comenzó la despedida que incluyó Destino o casualidad, La promesa, Canción de amor caducada (como falso final) y el regreso arrodillado ante el público, y agradecido inició al piano con Un alumno más, luego Cheque al porteamor y fin con Lágrimas desordenadas.

De lo bueno y de lo malo, la narrativa

Melendi cuenta su vida, pone cosas bonitas o chistosas aquí o allá. Aunque no habla, claro, de la vez que lo metieron preso borracho por alterar el orden en un vuelo entre Madrid y México, que por su culpa tuvo que devolverse a las dos horas de despegar y que le llevó a la cárcel y a su posterior mea culpa. El show tiene un soberbio diseño de imágenes para cada canción. Y si al inicio abrió con colores y algo animado, cerró del mismo modo.

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