Lourdes Ventura, como jueza, promueve el estado de derecho siguiendo la ley y su conciencia

Aunque Lourdes Ventura nació, se crió y ha vivido casi toda su vida en el condado de Queens se siente “más dominicana que el plátano” y conoce muy bien la cultura dominicana, la cual “amo infinitamente”.
Cuando adolescente, le gustaba defender a los más débiles y ayudaba con la interpretación del inglés al español, y viceversa, a sus padres y vecinos del edificio donde vivía cuando lo necesitaban. Así nació su vocación de abogada y comunitaria.

Recuerda que para realizar sus estudios de Derecho y de Trabajo Social consiguió becas y por su rendimiento inició su currículum trabajando como fiscal criminal en Queens y asistió al procurador general de Nueva York en materia civil. En la actualidad, Lourdes Ventura es la única jueza de ascendencia dominicana que presta servicios en la Corte Suprema de Nueva York.

  1. Hija de padres inmigrantes
    Nací en Queens, Nueva York, Estados Unidos, hija de padres inmigrantes dominicanos. Me crié en Corona, donde en ese momento había una floreciente comunidad dominicana. Mi primer idioma hablado fue el español, mis padres me inculcaron la cultura dominicana, su comida, el merengue y todo lo que nos caracteriza como dominicanos. Lo demás sobre mi educación involucró las tradiciones y los valores dominicanos-latinos. Mi madre Beatriz Vásquez es de Nagua y mi padre Cecilio Ventura de Bonao. Ambos llegaron a los Estados Unidos de forma independiente uno del otro buscando mejorar sus vidas y ayudar a sus familias en su patria. Ellos se conocieron en Queens, se casaron y nacimos sus tres hijos. Soy la mayor, me sigue mi hermano y luego mi hermana. Mis padres son mi todo, me dieron vida. Recuerdo que nuestro hogar era muy acogedor con la familia y los amigos, el merengue se tocaba en las fiestas y los domingos se escuchaba música clásica en la victrola. Aprecio mucho los momentos en que la familia nos visitaba y pasaba tiempo con nosotros, esas visitas me permitieron permanecer conectada con ella en la República Dominicana”.

  2. Primer contacto con la corte
    De pequeña solía ayudar a mi mamá cuando había que traducir de español a inglés y viceversa. Una vez la querían desalojar del apartamento donde vivíamos porque no tenía cómo pagar el alquiler, entonces me tocó servirle de intérprete en el Tribunal de Vivienda en la Queens Boulevard, donde traduje todo lo que allí se habló. No recuerdo exactamente todo lo que dije, pero lo que sí sé es que esa fue mi primera introducción en el sistema judicial. Algunas veces llegaban personas a la corte sin intérpretes y mi mamá me decía, Lourdes ve ayúdalas que necesitan de tus servicios. También cuando en el edificio donde vivíamos algún vecino necesitaba que le ayudaran a traducir, ella me decía que tenía que ir a ayudarlos. Mi madre siempre tenía un refrán, decía que había que ayudar a las personas sin importar quiénes eran, ella me hablaba de dos educaciones, la de la escuela y la de la casa. Creo que eso ayudó mucho. En mi comunidad también participé en la iglesia, enseñaba catecismo a niños más pequeños”.
  3. Formación académica
    Mientras crecía, asistí a todas las escuelas públicas de Queens. En ellas tocaba el clarinete en la banda y me uní a un club de matemáticas. Participé activamente en varias organizaciones de la escuela y trabajé, hasta que finalmente fui a la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo, donde obtuve una Licenciatura en Artes. Conseguí becas para mis estudios de derecho y de trabajo social. Mientras completaba mis estudios universitarios, me enteré de que había sido nominada para una beca para realizar estudios de posgrado y la acepté. Seguí un programa de grado combinado y obtuve una maestría en Trabajo Social y un doctorado en Jurisprudencia en 1998”.
  4. El valor del trabajo en equipo
    Cuando estaba en la escuela secundaria, trabajé en la biblioteca local, en el consultorio de un médico, en una zapatería, en el US Open donde vendía helados y como guardia de seguridad, y en otros empleos cuando estaba en la universidad. Creo que todas esas experiencias me ayudaron a relacionarme mejor con las personas, a desarrollar habilidades de liderazgo y comprender el valor del trabajo en equipo y el dinero”.
  5. Gran consejo
    Nunca soñé con ser abogada o jueza, pero siempre fui una defensora, tenía el deber de traducir e interpretar del inglés al español y del español al inglés para mi madre, familia, amigos, vecinos y extraños. Durante uno de esos intercambios, tuve la fortuna de interpretar para un vecino que fue acusado de un delito y tenía un caso penal, la familia no podía comunicarse bien con su abogado y me llamaron para ayudar. En la casa de la universidad conocí al abogado con quien me mantuve en contacto a lo largo de los años, él me dijo que debía ser abogado algún día. Junto con ese mentor, tuve muchos otros, incluido mi maestro de matemáticas de sexto grado. Luego de graduarme de Derecho me aconsejó que me involucrara no solo cívica, sino también políticamente en el condado de Queens. Ser la destinataria de la beca Arthur Alfonso Schomburg me permitió realizar estudios de Derecho y Trabajo Social y convertirme en abogada y ahora en jueza. Tomé en serio los consejos de mis mentores cuando regresé a casa en 1998, me encontré con grandes oportunidades y trabajé en la oficina del fiscal de distrito del condado de Queens, la oficina de derechos civiles de la oficina del fiscal general del estado de Nueva York, el Senado del estado de Nueva York y un bufete de abogados llamado Ahmuty, Demers y McManus”.
  6. Asociación de abogados
    En 2004 dirigí la Asociación de Abogados Latinos del Condado de Queens, allí inicié el programa Street Law en Español, nos asociamos con estudiantes de derecho para dar talleres de conozca sus derechos en comunidades de habla hispana. En 2015 fui la primera presidenta latina de la Asociación de Abogadas de Mujeres de ese condado, me uní a varios colegios de abogados y asociaciones cívicas, clubes políticos y participé activamente en muchos otros sectores, incluida la iglesia. Formé un programa de tutoría rápida, donde abogados y jueces experimentados dieron consejos útiles a estudiantes y abogados más jóvenes sobre la planificación y las opciones de carrera. Además, coordiné un viaje a Cuba, cuando esos viajes se abrieron desde los Estados Unidos”.
  7. Funcionaria estatal
    Después de presidir el Colegio de Abogados Local de Mujeres, me convertí en la primera latina en servir como funcionaria estatal de la Asociación de Abogadas de Mujeres del Estado de Nueva York. Mientras ocupaba esos puestos de liderazgo, recluté nuevos miembros, motivé a otros a involucrarse en las organizaciones y ayudé con diversos programas dentro de ellas. Fui elegida para el Tribunal Civil de Nueva York, condado de Queens en noviembre de 2018 y comencé a desempeñarme en ese cargo en enero de 2019. Fui la segunda persona de ascendencia dominicana y la primera estadounidense nacida de padres dominicanos en ocupar ese cargo en el condado de Queens. Ese mismo año fui nominada para postularme para jueza de la Corte Suprema del estado de Nueva York en el condado de Queens, gané las elecciones y comencé a servir en enero de 2020. Nuevamente me convertí en la segunda persona de ascendencia dominicana y la primera nacida en los Estados Unidos de padres dominicanos para servir en esa posición. En la actualidad soy la única jueza de ascendencia dominicana que presta servicios en la Corte Suprema del estado de Nueva York, en el condado de Queens”.
  8. Ley y conciencia
    Como jueza, promuevo el estado de derecho siguiendo la ley y mi conciencia. Cuando una persona ingresa a mi sala, se le garantiza que será escuchada, respetada, se le ofrecerá un intérprete si es necesario y se utilizará el tiempo que tiene ante mí de manera eficiente. También asesoro a los estudiantes al hablar con ellos en las clases de la escuela primaria, hago que los de secundaria, universitarios y de derecho realicen prácticas en mis cámaras. Asesoro a jóvenes abogados y sigo estando activa en varios colegios de abogados. Espero dar lo que me dieron a mí, plantar la semilla para una posible carrera en derecho, proporcionar herramientas y el conocimiento necesario, y ayudar a nuestra generación a creer que pueden tener éxito sin importar lo que la vida les depare. A veces llegan personas a mi corte que se muestran tímidos, con miedo, no saben el proceso, entonces si no ha llegado su intérprete, les digo buenos días o buenas tardes y se quedan asombrados. Creo que eso ayuda al litigante a que va a ser escuchado. Pienso que las cosas que me enseñaron mis padres me han hecho la persona que soy y me ayudan en mi profesión para ayudar a otros”.
  9. Experiencia inolvidable
    Nunca olvidaré cuando me eligieron jueza para los tribunales Civil y Supremo de la ciudad de Nueva York. Celebré la ceremonia en Queens Borough Hall, era el mismo lugar donde acompañé a mi madre a un tribunal de vivienda hace como 40 años y traduje para ella. Aunque ahí ya no hay corte, me quise juramentar en ese lugar y mi madre sobre todo pudo ver que estábamos en el sitio donde hace tanto tiempo estuvimos en un proceso legal y que quedara de testimonio que a su hija la nombraron jueza. Eso fue muy bello para mí, un gran momento para mi familia. Además, usé la biblia de mi bisabuelo mientras tomaba juramento con mis padres, hermanos e hijos a mi lado en una ceremonia presenciada por una audiencia de cientos de colegas, familiares y amigos. Fue un momento increíble y memorable en el tiempo. Otro momento memorable fue cuando recibí la Medalla al Mérito en el Palacio Nacional en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Mis padres estuvieron presentes en el país que habían dejado y pudieron observar que sus sacrificios no fueron en vano”.
  10. Anécdota
    En mis primeros juicios tuve el caso de una niña de nueve años, a la cual un señor muy mayor que entró a una bodega donde ella estaba la llamó hacia la parte de atrás, le secreteó algo al oído y luego le dio una palmada por el trasero, pero la niña salió corriendo. El bodeguero se dio cuenta y le dijo a la madre que debía llamar a la policía, entonces ella llamó y lo arrestaron. Recuerdo que cuando estaba entrevistando a la niña le pregunté qué le había dicho ese señor y ella me contestó que le dijo que fuera con él a la parte de arriba, pero ella fue alerta gracias a Dios y pudo correr. Cuando llegaron a juicio, el señor no quería declararse culpable y lo mandamos a juicio, la niña tenía que dar su testimonio, me asombré del poder y la fuerza que tenía para declarar lo que sucedió. Al fin y al cabo el señor fue declarado convicto. En ese momento la madre de la niña corrió hacia mí, me dio un abrazo y yo fiscal, que supuestamente la gente cree que somos duros, fuertes, estaba llorando junto a la señora que ganó el caso. Esa niña fue fuerte, pudo defender sus derechos y también evitar que ese señor cometiera otro delito como ese con otras niñas”.

Lourdes Ventura fue reconocida con la Medalla al Mérito de la Mujer Dominicana en 2020.

Una mujer afortunada

Tengo la gran fortuna de tener dos hijos, uno en la escuela primaria y otro en la secundaria. Ellos comen de la comida que comemos nosotros, esa tradición sigue, aunque desafortunadamente no hablan español tan bien como yo, pero sí les digo que es bien importante mantener ciertas tradiciones dominicanas. Recién conseguí la ciudadanía dominicana y también las de ellos, creo que es importante que mantengan la costumbre dominicana que mis padres me dieron y yo se las doy a ellos. Los he llevado a la República Dominicana, hemos visitado varios sitios, hemos ido a Nagua y a Bonao, las tierras donde nacieron mis padres. Ahora la mayoría de mi familia está en la capital y algunos en Higüey. Mis padres me dieron lo que pudieron para ayudarme a tener éxito y yo, a la vez, hago lo mismo por mis hijos, deseándoles sus propios éxitos personales, salud y felicidad en el futuro”.

Desarrollo
Ser la destinataria de la beca Arthur Alfonso Schomburg me permitió realizar estudios de Derecho y Trabajo Social y convertirme en abogada y ahora en jueza”.

Dialecto
Mi primer idioma fue el español, mis padres me inculcaron la cultura dominicana, su comida, el merengue y todo lo que nos caracteriza como dominicanos”.

Tutora
Nunca soñé con ser abogada o jueza, pero siempre fui una defensora, era la traductora de mi madre, familia, amigos, vecinos y extraños”.

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