En el mes de mayo del presente año 2020, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) había proyectado que para esta temporada ciclónica podríamos tener entre un mínimo de 13 y un máximo de 19 tormentas en la cuenca del océano Atlántico, la mitad de las cuales podría evolucionar a huracanes, sin embargo, el hecho de que la tormenta Isaías, la novena de esta temporada, tocara suelo sobre la porción oriental de la República Dominicana en fecha 30 de julio, dejando grandes inundaciones en Hato Mayor y en otras comunidades del este, del centro y del norte del país, y que al salir por nuestra costa norte de inmediato se convirtiera en huracán categoría 1, con vientos máximos sostenidos superiores a 120 kilómetros por hora, motivó que de inmediato la NOAA decidiera revisar sus pronósticos, porque algo anormal estaba pasando en la presente temporada ciclónica.

Y lo anormal que estaba pasando es que no es normal que en una temporada ciclónica normal del Atlántico la novena tormenta llegue en el mes de julio, porque normalmente la novena tormenta del Atlántico debe llegar a finales del mes de agosto, ya que mayo, junio y julio son meses de aguas marinas relativamente frías y de escasas tormentas tropicales, mientras agosto, septiembre y octubre son meses de aguas marinas relativamente cálidas y de muchas tormentas tropicales, principalmente septiembre que históricamente registra el 47 % de las tormentas y huracanes del Atlántico, lo que implica que Isaías, la novena tormenta de esta temporada 2020, se había adelantado un mes en el calendario, y eso obligaba a reconsiderar las proyecciones para el resto de una temporada ciclónica que todavía no había llegado a su trimestre pico, reconsideración que estableció como conclusión que debían sumar 6 tormentas para esta temporada, y así subir de un mínimo de 13 a un mínimo de 19, y de un máximo de 19 a un máximo de 25, de las cuales la mitad podría evolucionar a huracanes.

Pero esa anomalía estacional que se estaba presentado desde el mismo mes de mayo 2020, cuando en fecha 18 de mayo se formó la tormenta Arthur, y en fecha 27 de mayo se formó la tormenta Bertha, ambas cerca de La Florida, sugiere que las temperaturas sobre la superficie del Atlántico están más altas de lo normal y por eso se produce mayor cantidad de vapor de agua que genera un descenso de la presión atmosférica y mayor tendencia a la convectividad que deriva en depresiones tropicales que pueden evolucionar a tormentas y a huracanes, lo que se confirma ahora con el nuevo informe publicado este 24 de agosto por la NOAA, donde se establece que, en base a las temperaturas medidas sobre la superficie del océano Pacífico, que es el océano de referencia para establecer los patrones de Oscilación Sur de El Niño-La Niña, todavía estamos en un período neutro que comenzó en el trimestre marzo, abril, mayo (+0.3°C), luego de que el último trimestre correspondiente a El Niño fuera febrero-marzo-abril (+0.5°C), pero que hay un 60 % de probabilidad de que para este otoño y este invierno tengamos un desarrollo de La Niña.

Para quienes no están familiarizados con la Oscilación Sur de El Niño-La Niña (ENSO) es importante destacar que las temperaturas se promedían por trimestres solapados mensualmente, es decir, que cada mes se calcula la temperatura promedio sobre la superficie del océano Pacífico correspondiente a los últimos 3 meses, y si tenemos una temperatura ascendente que excede en +0.5°C, o en más, a la temperatura media de la superficie del mar, entonces tenemos un fenómeno de El Niño, pero si tenemos una temperatura descendente que es inferior en -0.5°C, o más baja, en relación a la temperatura media de la superficie del mar, entonces tenemos un fenómeno de La Niña, estando claro que si la temperatura promedio sobre la superficie del mar está en el rango entre +0.5C y -0.5°C tenemos período neutro.

Al observar las temperaturas del océano Pacífico durante los trimestres solapados de este año 2020 vemos a enero-febrero-marzo con +0.6°C (Niño), a febrero-marzo-abril con +0.5°C (Niño), marzo-abril-mayo con +0.3°C (neutro), abril-mayo-junio con +0.0°C (neutro), y mayo-junio-julio con -0.2°C (neutro), lo que muestra una tendencia descendente de las temperaturas del Pacífico y una tendencia al desarrollo de La Niña, y cuando eso ocurre se produce resequedad del aire, aumento de la presión atmosférica y sequías en el Pacífico, mientras que en el Atlántico aumenta la temperatura, aumenta la cantidad de vapor de agua, aumentan las lluvias, disminuye la presión atmosférica, y aumenta la cantidad de depresiones tropicales que pueden derivar en tormentas y en huracanes, lo que implica que los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre del presente año pueden traer más tormentas y huracanes de lo originalmente previsto, y todos los países de la región deben prepararse para contingencias meteorológicas agravadas, tal y como acaba de ocurrir con el poderoso huracán Laura que en el golfo de México alcanzó vientos máximos sostenidos de 240 kilómetros por hora, los que provocaron estragos en Louisiana.

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