No es solo llegar a las Grandes Ligas ni mantenerse, es también comportarse como uno de ese nivel las 24 horas de los siete días de la semana durante los 365 o 366 que tenga el año.

Sin necesidad de querer crucificar a nadie, porque esa no es la misión, pero fue correcta la medida adoptada por los Gigantes del Cibao de suspender a los cuatro miembros de su equipo que mostraron una conducta indebida la madrugada del sábado cuando tenían un partido en la tarde ese mismo día.

Maikel Franco, Moisés Sierra, Garabez Rosa y Eduardo De Oleo admitieron su falla, algo que saludamos por asumir su error probablemente con la misma magnitud que lo cometieron, y luego el conjunto les levantó la sanción.

Bien por ambas partes. De todas formas se envía el mensaje idóneo de que la disciplina es innegociable y que las letras del equipo van primero que todo.

Es posible que sea un mal generalizado, que otros se diviertan en horas no prudentes, pero no debemos caer en eso para celebrar ciertos chistes. Lo malo no se premia. Y, por si acaso no se han enterado, vivimos en una época de redes sociales donde todo es público. No hay cueva a la que no llegue un dispositivo moderno.
No menos importante, el sentido común, que lamentablemente es el menos común de los sentidos, te dice que si tu equipo, que te paga como profesional que eres, está en un mal momento, salir de rumba es lo menos indicado.

Al gran Felipe Alou, en una ocasión en el Palacio Nacional, un camarógrafo le pidió que mandara un saludo a la en ese momento enorme audiencia del espacio para el que laboraba.

Decir que el rostro de Felipe, enchapado con una conducta regia, se tornó adusto sería quedarse corto de la capital a Pedernales.
Recuerdo que le llamó la atención al empleado del programa, preso de una ingenuidad de adolescente, le recordó que cómo un dirigente de Grandes Ligas se iba a prestar a una “cherchita” estando en la casa de gobierno. “Hay que ser grandeliga dentro y fuera del terreno”.

Pasó el episodio. Los jugadores y los Gigantes que sigan hacia adelante. Pero recuerde, a la altura en todo momento.

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