Al preguntar por qué los judíos oran tres veces al día, el Rabí Jacob Kruger nos compartió una muy especial figura de la oración que nos enriqueció eficazmente. Nos confesó la bendición de parar labores para dejar de ser un poco máquinas y participar del gran privilegio de entrar en audiencia con el Rey de Reyes. De ahí que tener toda la atención del gran Rey y la mejor intención de corazón nos reinicia para entender que Orar es vivir el hecho de ser hijo de Dios, que es dejar de hacer algo para ser alguien y soñar despiertos, para descubrir que lo imposible no es un hecho, sino la opinión de quienes siguen trabajando en lo que Dios nos ha dado como regalo.

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