Madrid .- Un gol del delantero egipcio Mohamed Salah de penalti en el segundo minuto del partido y un tanto del belga Divock Origi en el 87, dieron al Liverpool el título de la Liga de Campeones, la sexta Copa de Europa de su historia, ante un Tottenham que desarbolado por el primer gol e incapaz de reaccionar.

El gol de penalti de Salah, cometido por mano del francés Moussa Sissoko dentro del área, rompió un encuentro en el que el Liverpool supo jugar sus cartas desde la seguridad defensiva para buscar descaradamente el contragolpe, que encontró en el 87 con el tanto de Origi que sentenció el encuentro y el título.

Un penalti transformado por el egipcio Mohamed Salah a los dos minutos y otro tanto del belga Divock Origi (minuto 87) para sentenciar bastaron al Liverpool para reencontrarse con la gloria, conquistar la sexta Liga de Campeones de su historia y enterrar la fama de perdedor de su técnico, el alemán Jurgen Klopp, que ya tiene el ansiado trofeo.

Fue la reconquista de Europa del Liverpool, que dejó al Tottenham sin completar su sueño en una temporada plagada de milagros pero cruel al final.

Le bastó con esos dos destellos al Liverpool para dejar atrás sus decepciones recientes y devolver al primer plano de la competición al fútbol inglés, que puso fin al exitoso ciclo español, acaparador de la copa en el último lustro. En Madrid, el Liverpool recupera la gloria para Inglaterra que tuvo al Chelsea, en el curso 2011-12 tras vencer en los penaltis al Bayern Múnich, a su último campeón.

Más han tardado los reds en recuperar el mando. Catorce temporadas después el Liverpool manda en Europa el día que Klopp se reencontró con el éxito después de siete finales perdidas. La más reciente la del pasado año en Kiev. Aunque también dolorosa la del 2013, cuando dirigía al Borussia Dortmund ante el Bayern en Wembley.

El duelo comenzó sin reserva alguna. Ni Mauricio Pochettino ni Jurgen Klopp quisieron ahorrar nada en la final. El técnico argentino tiró de Harry Kane, a pesar de estar fuera de la competición desde que se lesionó en el tobillo derecho el pasado 9 de abril contra el Manchester City.

En el primer balón que llegó al área del Tottenham y que fue recogido por el senegalés Sadio Mané. Su intento de pase fue interceptado con el brazo por el francés Moussa Sissoko. El egipcio Mohamed Salah no falló desde los once metros y puso por delante al Liverpool a los dos minutos de juego.

La acción, lejos de agitar el encuentro lo adormeció. Tuvo un efecto sedante para dos equipos que presumen de tener las mejores transiciones de la competición. De jugar a todo ritmo. De ejercer una presión asfixiante sobre el rival.

Nada de eso. El gol encajado asustó al Tottenham, invadido por la imprecisión y por el temor a encajar un nuevo revés que fuera definitivo. No hubo noticias de Alisson hasta ese momento, el portero ‘red’, casi un mero espectador por su área.

El Liverpool, lejos de intentar aprovechar las dudas de un rival atemorizado, optó por especular, por adormecer el juego, agotar el tiempo y jugar al fallo del rival. Fueron los laterales los que amenazaron a Hugo Lloris en acciones puntuales. Un tiro lejano de Trent Alexander Arnold que rozó el palo, al cuarto de hora de juego, y otro posterior de Andrew Robertson que tuvo que desviar el capitán francés, fueron todo el bagaje ofensivo del conjunto de Jurgen Klopp antes del intermedio.

Nada había tenido que ver el Liverpool con el que sonrojó al Barcelona en semifinales. Tampoco hubo noticias del Tottenham plagado de recursos que desplumó en Amsterdam al Ajax.

No le dio más allá de una hora a Firmino, del que nada se supo. Klopp recurrió a Divock Origi, uno de los héroes de Anfield ante el conjunto de Ernesto Valverde. James Milner lo hizo a continuación en lugar de Georginio Wijnaldum, otro sin protagonismo. Algo no le gustaba a técnico de Stuttgart.

Pochettino pensó en Lucas Moura, que se ganó el derecho a ser protagonista en la final tras el ‘hat trick’ de Amsterdam. Dispuso de media hora el brasileño, en medio de un partido ya con más espacios pero sin ocasiones de gol.

Fue Milner el que pudo ensanchar la renta red con un disparo desde la media luna que rozó el palo con Lloris batido después de una ágil jugada de Mané, el que más puso de su parte para agitar el ataque del cuadro de Anfield.

Se desató el Tottenham al final. Encerró al Liverpool en su área y encontró ocasiones de sobra para llevar el choque a la prórroga. Primero con un tiro del surcoreano Son Heung Min y acto seguido de Lucas Moura. Bajo palos se topó con Alisson, una garantía. Son tuvo otra después, pero el meta brasileño destacó.

En pleno entusiasmo londinense, con Fernando Llorente ya en el campo ante la desesperación de una igualada que no llegaba, Origi evitó la zozobra y la posibilidad de la prórroga al superar a Hugo Lloris con un tiro cruzado, rubricar la final y ensanchar la historia del Liverpool.

 

EFE

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