Con la pandemia del coronavirus, diversas naciones implementaron medidas de confinamiento para evitar la propagación de la enfermedad infectocontagiosa; sin embargo, estas disposiciones generaron la pérdida de empleo en miles de personas en el mundo.

Así lo plantea el estudio el covid-19 en barrios urbanos-marginales del Gran Santo Domingo, que sostiene que los efectos directos de la patología, así como las políticas para hacerle frente, pueden tener consecuencias macroeconómicas significativas para la República Dominicana.

Según la investigación, la afección viral encontró al país en un buen momento macroeconómico, con altas tasas de expansión del nivel de actividad, bajo déficit externo, reservas internacionales elevadas y baja inflación.

No obstante, conforme a datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (Mepyd), por los efectos de la covid-19 la tasa de pobreza extrema en el territorio pudo haberse elevado de 3 por ciento a 8.2 por ciento, y la de pobreza general de 21.4 por ciento de la población a 34.6 por ciento, lo que habría implicado un aumento de 13.3 por ciento por persona, volviendo a los niveles registrados en el año 2014.

La tesis elaborada por Ciudad Alternativa y la Fundación Friedrich, afirma que las resoluciones dictadas por el Gobierno para salvaguardar la vida de las personas, como el distanciamiento social, el confinamiento y la cuarentena, causaron reducciones significativas en las actividades de producción y consumo.

“Las actividades turísticas, las remesas, las exportaciones, y otros sectores como las zonas francas, la construcción, las actividades de hoteles, bares, restaurantes y el sector servicios que representan una fuente importante de ingresos para los hogares pobres y vulnerable, redujeron drásticamente sus operaciones durante el periodo de emergencia, miles de personas quedaron sin empleo”, suscribe la publicación.

En ese orden, el análisis señala que el confinamiento y el toque de queda promovido por las autoridades afectó las ganancias de los individuos más vulnerables, en particular de aquellos dedicados al trabajo informal residentes en barrios urbanos y marginales.

De acuerdo a cifras estadísticas, de 256 personas entrevistadas, el 53.5 por ciento manifestó haber experimentado la disminución de sus ingresos debido a las medidas de protección social tomadas por el Estado para contener la propagación de la pandemia del coronavirus.

Los encuestados declararon que recurrieron a sus ahorros de emergencia para sobrevivir durante las primeras semanas de confinamiento, situación que generó angustia sobre todo en aquellos hogares donde reside una persona que sufre una enfermedad crónica que demanda tratamientos médicos de manera permanente.

El estudio indica que el gasto de medicamentos en las familias donde alguno tiene una condición de salud suele ser muy alto y a veces supera el gasto de alimentación.

Asimismo, subraya que la falta de recursos provocó la insatisfacción de una de las necesidades básicas como es la alimentación. Del mismo modo, destaca que la falta de alimentos afectó directamente a los niños y las niñas, principalmente a los de primera infancia que están sujetos a recibir los nutrientes necesarios para su desarrollo, los medicamentos y la recreación.

La investigación realizada por Ciudad Alternativa y la Fundación Friedrich, cita que quedarse en casa no es una opción para muchas familias que habitan en barrios urbanos y marginales.

Agrega que estos individuos se vieron en la obligación de salir a las calles para poder cubrir necesidades de primer orden y realizar trabajos de distintas índoles. l luis silva

El coronavirus ataca a los más pobres

Conforme al estudio, el grupo más vulnerable para hacer frente al virus ha sido el de las personas empobrecidas de las zonas urbanas. Según el informe, estos individuos, en particular los que viven en barrios marginales, enfrentan grandes peligros en lo referente al riesgo epidemiológico, a sus medios de subsistencia, a su capital humano y sus condiciones de vida. “Trabajan desde la informalidad, sin activos ni seguridad social; viven en condiciones de hacinamiento, sin agua ni saneamiento; gran parte no tiene acceso a internet ni al sistema bancario”, suscribe el análisis. Además, expone que la violencia está normalizada tanto en el ámbito familiar como comunitario, situación que agravó en cuarentena.

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