Conforme lo planteado por las autoridades educativas y gubernamentales el pasado 25 de agosto, el inicio de las clases a distancia es un hecho. Los estudiantes deberán recibir docencia de manera virtual, esto con la finalidad de evitar grandes concentraciones de personas para prevenir contagios de la COVID-19.

Hasta ese punto todo parecía marchar bien, y los padres estuvieron de acuerdo, para no poner en riesgos a sus hijos, sobre todo a los más pequeñitos que no saben cómo cuidarse. Sin embargo, conforme pasan los días- en algunos padres- se agudiza la preocupación de no saber qué pasará con la educación de sus hijos cuando ellos tienen que acudir diariamente a sus trabajos y ausentarse de casa. Ahora habrá que organizar tiempos para que si lo requieren, se les brinde acompañamiento de un adulto y los niños y niñas logren sus aprendizajes en este nuevo ciclo.

Esa dificultad enfrenta Dinanyeli Acosta, madre de tres niñas en edad escolar, todas estudiantes de una escuela pública. Al cierre de las escuelas en el pasado período, su temor era no contar con las herramientas tecnológicas necesarias para finalizarlo, pero a duras pena y recurriendo a teléfonos prestado pudo hacerlo.
Ahora, con el anuncio de que a los alumnos les serán suministradas Tablet, su preocupación es otra. ¿Al cuidado de quién se quedarán sus hijas? ¿Quién velará para que presten atención a las clases virtuales y se concentren? Pues, ella tiene que salir de casa desde las 8:00 de la mañana y regresar en horas de la tarde. Al inicio de la cuarenta su madre podía ayudarle, ya que, estaba suspendida en su trabajo, pero ahora las menores con edades comprendidas entre 5 y 8 años no tendrán a su abuela, que a pesar de que no es muy diestra tecnológicamente hablando, podía estar vigilando que permanecieran conectadas.

“Yo la verdad no sé cómo lo voy hacer. Porque ahora yo les preparo sus alimentos y las dejo jugando y una vecina me les echa el ojo de vez en cuando. Realmente no sé cómo hacerlo cuando inicien las clases, Dios que me ilumine”, expresó la Dinanyeli, en quien recae toda la responsabilidad de velar por el bienestar de sus criatura porque es madre soltera.

Igual situación atraviesa Marcelina Vicente, a quien el regreso a clases la tiene muy preocupada. Explica que lo difícil de ese proceso es no saber cómo distribuir el tiempo porque Marcelina que dependiente de farmacia, para poder subsistir tuvo que recurrir a dos empleos. Antes dejaba a su pequeño de 4 años bajos los cuidados de un colegio todo el día, en ese lugar se encargaban de educar y alimentar a su niño. “Mi trabajo es muy difícil, estoy todo el día fuera de casa. Trabajo dos turnos en farmacia y no puedo estar presente para apoyar a mi hijo. Ahora lo dejo con mi madre, pero ella está enferma y no puede hacer mucho”, comentó a elCaribe.

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