Enfrascado en una disputa por su estatus de vacunación contra el COVID-19, Novak Djokovic fue confinado ayer a un hotel de detención de inmigrantes en Australia, mientras el tenista número uno del mundo espera un fallo de la corte sobre si podrá competir en el Abierto de Australia.
Djokovic, que ha sido escéptico de las vacunas, había viajado a Australia después de que las autoridades del estado de Victoria le habían otorgado una exención a las estrictas normas de vacunación del país. Pero cuando llegó el miércoles por la noche, la Fuerza Fronteriza Australiana rechazó su dispensa señalando que era inválida y le prohibió la entrada al país.

Se había fijado una audiencia en la corte sobre su intento para evitar ser deportado para el lunes, mientras el serbio de 34 años de edad, y campeón defensor del Abierto de Australia, se vio obligado a esperar en Melbourne en un hotel utilizado por las autoridades de migración para albergar a los solicitantes de asilo y refugiados. El torneo inicia el 17 de enero.

El intento de Djokovic para eludir los requisitos de vacunación del país para que pudiera jugar ha causado indignación y ha desatado acusaciones de que el tenista recibió un trato especial en Australia, donde la gente pasó meses en confinamiento y soportó duras restricciones de viaje en el punto máximo de la pandemia.

Después de un largo vuelo, Djokovic pasó la noche tratando de convencer a las autoridades que tenía la documentación necesaria, sin tener éxito. “La regla es muy clara”, aseveró el primer ministro australiano, Scott Morrison, en una conferencia de prensa.

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