El dominicano encabeza las Grandes Ligas con 27 bases robadas en 55 encuentros y lleva paso de estafarse 79

Si los últimos años de la década del 2010 fueron dominados por los ponches y los jonrones definieron el béisbol de Grandes Ligas a finales de los 90 y principios del 2000, las bases robadas tuvieron su auge en los 80. En esa década, las estafas superaron a los cuadrangulares cinco veces (1980-81, 1983, 1988-89), después de eso sólo había sucedido tres veces entre 1940 y 1979. De 18 temporadas individuales de 80 bases robadas en la Era de la Pelota Viva (desde 1920), 14 fueron en los 80.

El Salón de la Fama Rickey Henderson, quien tuvo seis de ellas, fue el jugador más valioso de la década en WAR (67.8). Pero la fiebre de las bases robadas no duró mucho. Los Atléticos, con quienes Henderson jugó 14 campañas, más decididamente truncaron la base robada -del 2000 al 2022- tuvieron el menor número de estafas en MLB, promediando solamente 0.45 por partido.

Pero Oakland no es el único responsable, por supuesto. Los batazos de cuatro esquinas han superado las bases robadas en ambas ligas en cada campaña desde 1993. Ese índice se acentuó en el 2019, cuando hubo 2.9 jonrones por cada estafa. Desde que tanto Henderson como Vince Coleman superó la cifra de 80 robos en 1988, dicho hito ha eludido incluso a los robadores de base más prolíficos. La temporada del 2007 del dominicano José Reyes, en la cual se apuntó 78 estafas, sigue vigente como el mejor esfuerzo del siglo 21.

Las tendencias están cambiando de nuevo en el 2023, y el nuevo cronómetro de pitcheo y el límite de virajes a la primera base o “desenganches” han resultado en el aumento del promedio de bases robadas. Después de que MLB registró la menor cifra de bases robadas en 40 años con 0.46 por juego en el 2021, ese porcentaje incrementó a 0.71 en 2023, la mayor cifra una sola temporada desde 1999. Podemos decir sin temor a equivocarnos que todos están corriendo más, pero un jugador en particular lo está llevando al extremo -y, regresando al origen propio- se trata de otro jardinero de los Atléticos.

Esteury Ruiz fue uno de cinco jugadores adquiridos por Oakland en el canje entre tres equipos que envió al receptor Sean Murphy a los Bravos. De los ocho jugadores involucrados en dicha transacción, el dominicano de 24 años -que venía de una campaña en la que lideró todas las Ligas Menores con una cifra combinada de 85 bases robadas en 114 partidos- era fácilmente uno de los más interesantes. Ruiz encabeza las Grandes Ligas con 27 bases robadas en 55 encuentros y lleva paso de estafarse… 79.5. Suena prometedor.

Aunque la cifra de bases robadas por sí sola es impresionante, es el camino que tomó para llegar a 27 lo que verdaderamente se destaca. Durante sus primeros 24 juegos, el quisqueyano se había estafado solamente cinco almohadillas. Para ese momento de la temporada, el líder en las Mayores era el venezolano Ronald Acuña Jr. con 13. Ruiz, si llegara a ver acción en todos los 162 compromisos, llevaría paso de finalizar la campaña con 33 bases robadas.

En sus últimos 30 choques, Ruiz tiene 22 estafas. Si lo prorrateamos en una campaña de 162 juegos, eso da un total de 118 – lo cual, aunque no es un sueño realista en este caso, sería una cantidad empatada o superada solamente dos veces en la historia de las L.A/L.N., primero por Lou Brock (118 BR en 1974) y más adelante por Henderson (130 en 1982). Es temprano todavía, pero bien parece que Ruiz está preparado para convertirse en un ícono de un estilo de béisbol ampliamente desaprovechado por mucho tiempo, y ver todo esto desarrollarse en Oakland sólo mejora la experiencia.

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