Cuando los sentimientos te susurran una cosa y el sentido común te detiene con enérgica advertencia te confundes, sientes calor, frío, temor y sucumbes, eso es entendible pues el miedo nace de la dependencia en nosotros mismos pero el valor de la dependencia en Dios, por ello florece cuando la confianza aumenta. El salmo 34:5 dice “Radiantes están los que buscan al Señor; jamás su rostro se cubre de vergüenza”. La relación más importante es con Dios, todo en su orden, él es la paz que sobrepasa todo entendimiento, el abrazo profundo para un corazón aturdido. Por tanto, quien te da su amor incondicional no te negará la gracia, el poder y el valor para enfrentar tu causa. Créele alma abatida, porque mientras en el descansas tu Justicia avanza.

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