Se asoma gradualmente el perfil que van tomando las principales organizaciones políticas, a partir de la instalación en el Poder del PRM y del desplazamiento ruidoso del danilismo.
Los nuevos inquilinos en el Palacio Nacional no tardan ya en darse cuenta de la diferencia entre hacer oposición y gobernar. Al glamour del poder, lo va arropando la demanda burocrática cotidianidad, la cual aparta de las políticas estratégicas de Estado.

Agréguele que las personas que no han tenido una experiencia directa de Estado, entran en agobios porque no se percatan de que gobernar es arbitrar y ser transparente en el manejo de los intereses de todos los gobernados.

En países como el nuestro, con débil cohesión social, poco arraigo y en lento proceso de fortaleza institucional, predominan más las relaciones primarias; aquello de un amigo en un puesto que haga un favor y no hacer valer un derecho.

Se nota que a los amigos del PRM se le suma la poca articulación y organización partidaria; han ido al poder experimentando fuertes contradicciones internas que les atrasó para prepararse debidamente.

De su parte, el otro partido que ha salido del Poder, acaba de recibir reprimendas por el fracaso, siendo ese resultado obra del mismo que hace la reprimenda. Obviamente, lo hace para decirles que el que quiera irse que se vaya, pero que él se queda con la cúpula, su Comité Político, bajo el supuesto de que los partidos son los que son sus dirigentes.

Comparto la opinión de Roberto Rosario de que el audio conocido de Danilo Medina, lo puso a circular su propio equipo estratégico para lograr divulgar aquello de que se queda él de líder, se acompaña por la cúpula, el que quiera irse que se vaya y que va a defenderse atacando con temeridad (y esto perfila el tipo de oposición); por tanto hará oposición dañina. Claro, dijo otras cosas que en un país institucionalizado y con respeto a las normas acarrean procesamiento judicial.

Como Danilo nunca fue un estratega (pero vendía que lo era, al saberlo que no, trajo a Joao Santana) entendió mal hechos anteriores. Por ejemplo, en 1978 el PLD dirigido por el profesor Bosch inició un plan estratégico de crecimiento participando en elecciones; ese año obtuvo un bajo porcentaje, hasta llegar a perder el reconocimiento legal. Un número importante de dirigentes, relacionados con él, no entendieron cómo perder con un buen líder e hicieron una crisis. La estrategia no era ganar, era crecer y se creció.

Esa estrategia fue liderada por Bosch para crecer, pero Danilo cree que con retener el nombre y los símbolos del PLD puede él liderar una fuerza política para confrontar. Se olvida que tiene los pies de barro. Al PLD le va ocurriendo lo del PRD, cayó en una “pendiente enjabonada”, y ha terminado reducido y dirigido por un “empresario de la política”.

La Fuerza del Pueblo, en cambio, con una oposición responsable y critica, se perfila como un partido para los tiempos de la inteligencia colectiva e inteligencia artificial; es la conjugación de la inteligencia humana con su más importante y reciente creación, la revolución digital, tecnológica y del conocimiento.
Montado en esa revolución se celebra su “Primer Congreso del Pueblo Profesor Juan Bosch” y se va desarrollando indeteniblemente.

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