Con frecuencia, sucede que abrumados por situaciones adversas, alguna enfermedad, la pérdida de un ser amado, la soledad, la falta de un empleo, el bajo rendimiento en los estudios, la distancia entre nosotros y nuestro amor, nuestro entorno, amigos y familiares, perdemos la fe, la esperanza de cambio se esfuma y sentimos que no tenemos motivos para ser feliz.

Sin darnos cuenta comenzamos a transitar por el peligroso camino de la desesperanza, de la apatía.

Nos sentimos vencidos y así comenzamos a vivir en la derrota, como personas fracasadas, sin más nada por hacer. Sin motivos para vivir.

Esa actitud nos aísla de los demás, pero quizás pocos lo noten. Sin embargo, los pocos que lo notan son las personas para las cuales eres realmente importante y son las más amadas por ti.
Esas personas no podrán entender ¿cómo estando ellos en tu vida, aun físicamente distantes, te puedes sentir solo? Y tienen razón.

Aun así sus energías no se concentrarán en cuestionarse o cuestionarte. Ellos harán todo a su alcance para apoyarte, para ayudarte a entender lo importante que eres y te harán ver los muchos motivos que tienes para vivir, para agradecer, para ser feliz.

Alguien que en verdad te ama te mostrará las muchas cualidades y virtudes que posees y que te ayudarán a seguir adelante.
Ese alguien te hará ver el horizonte con claridad, te enseñará como mirar entre las sombras.

Te ayudará a elegir tu mejor arma para enfrentar cada batalla.
Hará que recuerdes las palabras precisas ante cada situación difícil.

Su sola presencia en nuestras vidas nos hace recordar lo inmensamente afortunados que somos.

Nos muestra que una persona debe navegar en distintas aguas cada día, que cada cosa tiene su espacio y que no siempre alcanzamos los mejores resultados en cada rol que desempeñamos.

La vida en su brevedad, nos da y nos quita. Nos sitúa en distintos escenarios y aunque a veces las cosas no salen bien, nos da el tiempo para corregir. Eso sí, siempre nos regala motivos para vivir y luchar por ser felices.

Hoy más que nunca, debemos sentir que abrir los ojos cada mañana, con salud es una bendición y un motivo más para intentar una y otra vez alcanzar nuestras metas.

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