El Covid 19 ha descarnado, de manera profunda, las grandes carencias de la humanidad toda, poniendo a prueba los sistemas universales de salud y a las organizaciones internacionales relacionadas con el padecimiento de enfermedades y pandemias. Con la confianza socavada, aumenta el número de contagios, la cantidad de fallecidos, se acentúa la incertidumbre y no se sabe si las pruebas, “prueban” quién es falso positivo o contagiado verdadero. Al mismo tiempo los abrazos y las cercanías corporales se consideran agresiones mayores, con el contrasentido de que en la psiquis del criollo, son manifestaciones de afectos, de cariño, de amor en todos sus grados. No cabe duda de que la presencia del Covid ha traído aparejada perturbaciones que rebasan los límites clínicos e invaden otras disciplinas del comportamiento personal y el social. A los especialistas en esas ciencias corresponde explicarlo. La inconciencia que hace a tantos, “agentes propagadores” se patenta en las redes sociales, con mascarillas protegiendo papadas o colgando de una oreja para quizás “espantar rumores científicos” sobre la gravedad del virus que acerca el sistema sanitario al colapso. Pruebas reales de facturas “sufridas” por contagiados, han circulado en internet, de cuánto cuesta un internamiento por contraer el virus, que sobrepasa los 2 millones de “Molongos” criollos y aun así hay muchos dispuestos al juego de la “ruleta rusa”. La actitud de desobediencia ciega, rallando en la estupidez y lo absurdo ha puesto de manifiesto maneras de actuar contra si mismos, o de correr riesgos mostrando un enflaquecido y afectado amor propio. Los motoristas, en plano de Kamikazes, han desarrollado una accionar de no respetar semáforos, de jugar a la “cieguita” o de realizar cortes de imprudencia extrema como si fueran elotes inmortales. Común es ver acciones de conductores de automóviles privados y públicos jugando al suicidio como si estuvieran “aburríos” y además “jartos” de vivir. La agresividad ha hecho nido en el criollo que camina con ganas de que le digan buenos días, “pa soltale una pecozá al ma bonito”. Este trastorno del comportamiento solo puede ser atribuido al “vainavirus” que ha puesto patas arribas el accionar criollo en general. Cansados de estadísticas negativas, de extensión del toque de queda, de pesimismo en forma de noticias, nos envolvemos en una esperanza marchita que espera noticias refrescantes. El morbo de los medios de comunicación contribuye negativamente en el ánimo colectivo alimentando la desesperanza y el hastío, que tanto daño interno nos procura. Solo la propia actitud de combatir esos estímulos negativos con decisiones de choque para contrarrestarlos, ayuda… Las esperanzas que todo cambio trae aparejada, es motivo de esperanzas para una gran mayoría de la población dominicana ante el “estreno” de un nuevo gobierno y “barsa” de caras nuevas en el poder municipal, legislativo y ejecutivo.

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