Huracán, palabra taína, con que los pobladores originales de estas tierras que creemos “nuestras”, llamaban a los fenómenos tropicales. Los conocemos como depresión tropical, ciclón, tormenta, nombres que califican su magnitud. Se caracterizan por una masa de aire que gira alrededor de un centro de baja presión, cargado de abundantes lluvias. El sentido de rotación es contrario al de las manecillas del reloj en el hemisferio norte y en el mismo sentido del reloj, en el hemisferio sur, influidos por la rotación de la tierra. Resulta una monstruosa máquina térmica vertical, con descomunal fuerza y poder, que se mantiene “funcionando” por la rotación y gravedad terrestre, combinado con otros factores. Advertida está la población mundial, de la severidad de los fenómenos naturales en el presente y futuro, por la manera irresponsable con que la raza humana, ha “jurungado” la naturaleza y roto equilibrios, que nos pasan “factura”. A esto añadimos la cultura poco previsora que adorna la personalidad dominicana. Como nos encanta violar leyes, no se miden consecuencias al violar las “leyes naturales”. Es común echarle la culpa al río, por sus desbordamientos, cuando cubre zonas urbanizadas, en contra hasta del sentido común. La naturaleza, a la larga, recupera sus espacios. Cada huracán pone de manifiesto esas imprevisiones individuales, acompañadas de irresponsabilidades de autoridades que debieran ser capaces de prohibir desarrollos, que pudieran convertirse en zonas de peligro. El país está lleno de construcciones que no resistirían un ventarrón de tormenta y menos vientos de un fenómeno categoría 5, en la escala Saffir-Simpson con brisas que, en el caso de Isaías no fueron de fuerza descomunal, pero causó dos pérdidas de vida y trajo agua “por pipá”.El campesino dice: “el agua paga sus daños”, refiriéndose a que llenó presas y a pesar de que desarticuló el este de la isla, acabó con la sequía. Estas situaciones descarnan carencias, debilidades, imprevisiones que dan fuerza al refrán de que nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena. Con muchos daños materiales, aunque menos a la agricultura y más la vivienda y lo social, otra hubiese sido la historia si en la “trayectoria del sol” se hubiese atravesado ese “pájaro” con la furia de uno de categoría 5. El gobierno actuó con tiempo prudente y oportuno y de forma previsora, reaccionó de manera veloz ante los eventos que tuvieron lugar. El comercio “activó” aún más sus ventas de manera exponencial, porque el dominicano, el mismo que no toma precauciones con tiempo, se desborda comprando alimentos más allá de los que se podría comer en un mes, “desguañangando” su economía personal. Las redes sociales, dieron cuenta de todas las “bellaquerías” de memes y comentarios jocosos, ante lo poco trágico, en general, que resultó del paso del primer huracán que nos toca, en una “temporada” ciclónica que apenas comienza.

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