La nueva Administración ha planteado a través de diferentes voceros que tiene en sus planes una “pronta reforma” de la Constitución.
Uno de los propósitos es lograr la independencia del Poder Judicial, mediante la recomposición del Consejo Nacional de la Magistratura y reenfocar el rol de la Procuraduría General de la República.

Siempre la idea de fortalecer la justicia y especialmente lograr su independencia, y más que la independencia su autarquía, ha sido atractiva y es el deseo de mucha gente.

De modo que cualquier iniciativa que conduzca a ese propósito será bienvenida. Pero la organización del Estado dominicano se asume sobre la base de la división e independencia de los poderes y si la justicia no ha podido alcanzar esa condición, probablemente no se deba a la forma en que está concebida en la Constitución.

Tiene que ver más bien con la construcción del poder político y el predominio de determinados grupos que lo han instrumentalizado a conveniencia, y desde esa perspectiva la estructuración del Poder Judicial ha devenido en un montaje de acomodo conveniente para quienes estén en posibilidad de hacerlo mediante el control de los aparatos del sistema.

Se arma no en función del objeto de la justicia, de la fortaleza de la institucionalidad, sino en atención a las conveniencias de quienes coyunturalmente gobiernen. Eso es lo que debe ser desarraigado. Que la composición de los miembros de ese Poder del Estado no obedezca a banderías políticas y a intereses particulares.

En cualquier caso, una reforma de la Constitución no debe hacerse de manera “rápida”. Todas las reformas que se han ejecutado de esa forma obedecen a propósitos ajenos al interés nacional.

Una reforma bien intencionada conlleva un largo proceso que se fundamenta en la participación y decisión de la sociedad a través de sus organizaciones.

Además, no parece que este sea el momento para hablar de una reforma constitucional. El país está inmerso en una crisis brutal, que no soporta una distracción de esfuerzos como sería una “rápida” reforma.

Ahora lo que hay que solventar es la gran crisis, mediante fórmulas creativas, y esencialmente enfrentando la COVID-19. Las otras agendas vienen después…

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