Durante el mes de Julio, el dilecto colega y director del Centro de Estudios Caribeños, Dr. Antonino Vidal Ortega, publicó una serie de artículos sobre el papel que jugaron las mujeres libres y esclavas en la sociedad esclavista de Saint Domingue. Sus artículos causaran mucho entusiasmo y me sentí muy alegre. En un email muy entusiasmado que nos envió mencionaba el libro de Dora Dávila de Mendoza, Un Concierto de Voces: Mujer, Familia y Sociedad en Santo Domingo Colonial. Dominican Studies Working Paper Series 3, 1999. CUNY.

Conocía ya el libro y a la autora, durante su estadía en el Instituto de Estudios Dominicanos en City College. También cito el libro en la bibliografía que voy a publicar en esta serie de artículos sobre Género, Violencia Doméstica y Patriarcado en la Sociedad dominicana. Durante esos años leí el libro y me quedé asombrado por el uso novedoso e inteligente que ella hizo de los protocolos notarios para reconstruir la historia de las mujeres durante la vida colonial.

Desde mis estudios en la Universidad de Puerto Rico y luego en la Universidad de New York, el tema de los estudios sobre la mujer me llamó la atención poderosamente. Si bien fue una época donde los estudiosos sobre la mujer se pusieron de moda, también el marxismo era el norte de interés para la mayoría de los estudiantes incluyéndome a mí.

Posteriormente, ya como profesor de Hunter College, empecé lentamente a introducir en mis cursos de Historia aspectos sobre la historia de la mujer en la República Dominicana. Hellen Safa, la prominente antropóloga norteamericana de Brooklyn, publicó un libro sobre mujeres e industrialización en el Caribe que me iluminó el camino. El título de su libro en Inglés es The Myth of the Male Breadwinner. Women and Industrialization in the Caribbean, Colorado, Westview Press, 1990. (El Mito del Hombre Proveedor, Mujer e Industrialización en el Caribe). Se convirtió obra de consultada obligada en muchas disciplinas porque demostró la incorporación masiva de la mujer como fuerza trabajadora en muchas de las nuevas empresas que se estaban desarrollando. Además, demostró los cambios que estaban ocurriendo en el seno de las familias trabajadoras, donde las mujeres eran proveedoras, aportando al presupuesto familiar. Su estudio reveló como la familia de la madre, en la mayoría de los casos constituía la red de apoyo para el cuidado de los niños. Estos cambios contribuyeron indudablemente al empoderamiento de las mujeres.

La primera publicación es un ensayo corto de veinte páginas donde se hace una síntesis de las luchas, logros y dificultades confrontadas por las mujeres dominicanas y las organizaciones feministas y populares en la República Dominicana entre 1975 y 1985. ( La Mujer Dominicana, Evaluación de una Década, P.8.).

La década anterior a este período se caracterizó por la tremenda lucha del pueblo dominicano y sus organizaciones de base por hacer posible una transición de la dictadura a la democracia que garantizara una práctica democrática y elevara el nivel de vida del pueblo dominicano. Bajo el influjo creciente de estas luchas se logró el ajusticiamiento del tirano Rafael Trujillo Molina, se organizaron y establecieron los partidos políticos, se celebraron las elecciones de diciembre 1962, ocurrió un golpe de estado y una insurrección popular. Dicha insurrección en 1965, culminó en la segunda ocupación norteamericana de la República Dominicana en el siglo en el siglo XX.

La coyuntura nacional fue una de crecientes luchas, marcada por la defensa de la soberanía popular, de los derechos civiles y humanos de los sectores populares. La situación internacional influyó decididamente con la Revolución Cubana de 1959 y la guerra de Vietnam, que apertura un dinámico proceso de lucha al interior de Estados Unidos. Los movimientos contestarios de la década de los 60, el poder negro, la lucha por los derechos civiles y políticos, el movimiento rojo, y los movimientos políticos como el de los Chicanos, los Young Lord en Chicago, New York, Filadephia y otras ciudades, ampliaron el abanico de las luchas sociales y políticas.

En el interior del país, los movimientos y organizaciones feministas como la Federación de Mujeres Dominicanas, los Comités de Amas de Casas y el Comité de Familiares de Muertos, Presos y Desaparecidos Políticos jugaron un papel relevante en la defensa de las mujeres dominicanas y las comunidades donde habitaban.

“El Decenio de las Naciones Unidas Para la Mujer, abierto con el lema “Igualdad, Desarrollo y Paz”, se caracterizó en la sociedad dominicana por una ampliación y profundización de la conciencia de las mujeres en lo referente a su problemática específica como mujeres y sus repercusiones en lo personal, lo político y lo social.

Los esfuerzos organizativos se ampliaron notablemente con el surgimiento de más de 30 organizaciones e instituciones ligadas a la lucha de las mujeres que desarrollaron actividades en las áreas de educación, investigación, cultura, empleo, salud y promoción.
Además, muchos partidos políticos, sindicatos y organizaciones culturales han asumido las demandas de las mujeres con una agenda feminista. Durante esta década, las luchas de las mujeres se ampliaron en las áreas urbanas, donde los sectores de clase media, se incorporaron a estas luchas con demandas específicas de servicios ciudadanos, tales como transporte, agua potable y buen servicio de transporte público.

La organización de las mujeres en el área rural se amplió considerablemente.

Dos indicadores del avance de la conciencia de la mujer rural son:
a) El ejercicio de liderazgo en áreas hasta entonces privadas de los hombres,
b) La demanda de nuevos estilos de vida que implican una mayor participación en la toma de decisiones en el hogar y en la comunidad.

La publicación concluye haciendo un resumen de una agenda de lucha en las áreas de educación, investigación, medios de comunicación, salud, nutrición, desarrollo rural y educación. En esta última área, las organizaciones de mujeres no solo realizaron diagnósticos sobre los males que afectan la educación. También desarrollaron programas contra estas injustas prácticas discriminatorias. Por ejemplo: “la ampliación de los programas de alfabetización y de educación popular destinada a desarrollar una conciencia moral crítica en las mujeres y capacitación para la producción” (La Mujer Dominicana, Evaluación de una Década, 8, 9,4).

Del mismo modo, la capacidad de lectura se ha estimulado mediante la producción de un código de comunicación popular. Asimismo, se han hechos esfuerzos por analizar el carácter sexista del sistema educativo dominicano, incluyendo análisis de los textos más usados a nivel primario. Hay una tendencia creciente a la participación de la mujer en la educación superior universitaria y en carreras no tradicionales, ingeniera, agronomía, etc. “(La Mujer Dominicana, Evaluación de una Década, 8, 9,4). l
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FLQFEDSTwq/NdCZzOtUTtc8+P/CXC+ef/wBP3KPinwvn3/ 6Eme/U/títulos sobre mujeres y hombres en la República Dominicana. Empezamos con los primeros dos títulos: La Mujer Dominicana: Evaluación de una Década 1975-1985. Santo Domingo: Editora Búho, Escuela Taller de Artes Gráficas y Comunicación Popular, Inc. S.F, y Dominican Studies: Resources and Research Questions, Luis Álvarez-López, Sherrie Baver, Jean Weisman, Ramona Hernández & Nancy López, Dominican Institute, CUNY, 1997.

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