Para hablar de la “comunicación” y el “periodismo” que se ejerce hoy día en el país, hay que ver más allá de los términos, diferenciarlos en su esencia misma y en quienes lo desempeñan. Quien está detrás de un micrófono, teclado o pantalla, hoy en día, no necesariamente maneja las herramientas correctas a la hora de comunicar, y por eso, muchos desentonan irrespetando a una audiencia y por ende, a ellos mismos.

La comunicación actual da cabida a todo aquel que sin formarse en el área, utiliza los espacios porque en algunos casos, le resulta atractivo y le apasiona “comunicar”, a veces hasta sin saber hacerlo por carecer de la preparación que se requiere. Otros la asumen como herramienta para promover intereses personales, grupales o empresariales. También incluso, algunos, para proyectarse como figuras y otros para dar a conocer determinada especialidad.

En cambio el periodismo, el que Gabriel García Márquez describió como “el mejor oficio del mundo” en octubre del año 1996 ante la asamblea número 52 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Los Ángeles (EE. UU.), requiere de formación como carrera universitaria, así como de actualización continua.

“La comunicación” que se ejerce hoy, ha dado cabida a que muchos, por error, piensen que todo el que habla a través de un micrófono es “periodista” o se ha formado universitariamente en ese ámbito, no es así en muchos casos. En muchos casos, quien tiene la oportunidad, ya sea por coyuntura o padrinaje de alguien que mueve algún interés, dista de la esencia misma del rol que debe asumirse con responsabilidad.

El periodista de vocación asume el oficio con responsabilidad y respeto hacia quienes le leen, ven o escuchan. En las aulas obtiene las enseñanzas de cómo dirigirse hacia un público con respeto sin violentar las leyes ni a sí mismo como profesional, pero sobre todo, a valorar el oficio en su justa medida. Es ya en la práctica, donde termina de pulir lo aprendido en términos teóricos durante varios años.

Y por qué establecer diferentes por lo que ocurre hoy en día en la comunicación en República Dominicana, porque desde mis inicios en el área, no había visto tanta degradación en los medios locales, tanto es así, que ya usted no escucha decir a la gente de cierta formación que ve programas locales y créame, esto es ¡penoso y llena de vergüenza!

Hay “figuras” hoy día en las pantallas y emisoras dominicanas, que incluso se atreven a llamarse “periodistas”, que avergüenzan a todo ser humano que razone sobre lo que edifica ciertamente en una sociedad.

Y lo doloroso es que los medios televisivos y radiales están repletos de “comunicadores” que avergüenzan el oficio y a quienes todavía procuran hacerlo con decencia y respeto.

Desde un lenguaje soez, vestimentas y lenguaje corporal no apropiado, desfilan hoy en las pantallas siendo “ejemplo” de lo que no debe nunca llegar a “comunicar”. Todo esto abunda cuando no hay control y se asume la libertad de expresión sin límites.

Este tipo de comunicación no viene de la irreverencia ni de la rebeldía, viene, lamentablemente, de la práctica de emitir informaciones con propósitos oscuros que derivan en el chantaje y otras atrocidades que atentan contra la real comunicación efectiva que busca construir de manera positiva.

Apuesto por una comunicación decente: sin irrespetos, sin vulgaridades. Apuesto porque algún día alguna institución y por qué no, algunas voces, promovamos el comunicar de manera profesional para que en los hogares se edifiquen, principalmente las nuevas generaciones.

El periodismo es para informar y orientar de manera precisa sin agredir ni abusar. Es construir sociedad, no para el lucro personal o grupal con bajezas de algunos patrocinados desde sectores insensatos temporales. A esos, sé que por el momento no les importa, pero ciertamente, lo que les espera el descrédito y la vergüenza ante los suyos, pero sobre todo: el juicio de la historia.

Finalizo con este grito, porque indigna la degradación como camino que ha tomado esta área, y la misma es promovida por quienes nunca en su vida, han asumido la lectura como cultura y no tienen idea de cómo se construye una noticia: ¡Por favor, adecentemos la comunicación!

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