Las personas siempre queremos o esperamos algo.

Vamos por la vida envueltos en infinidad de planes y proyectos. Hacemos grandes cosas cuando nos empeñamos y nos empleamos a fondo.

Ganamos en unas, perdemos en otras.

Pasamos de la alegría a la tristeza, de gozar de una excelente y maravillosa compañía a la más desgarradora soledad.

Muchas veces logramos grandes cosas sin proponérnoslo, quizás porque a veces alguien da seguimiento cercano y constantemente a nuestro trabajo y siente que debemos ser recompensados.

Sin embargo, en muchas ocasiones, otros ven mejor que nosotros el valor que tienen esos logros.

Es más común de lo que pensamos, que otros valoren más lo que es nuestro, que más de una vez alguien nos haya dicho que sería la persona más feliz del mundo con solo una parte de lo que tenemos, pero a veces para nosotros lo que deseamos, lo que nos falta es todo y poco nos importa lo que tenemos.

Pocas veces hacemos lo realmente necesario para obtener aquello que soñamos, eso que nos hace pensar que nos traerá la tan anhelada felicidad.

No hacemos nada o hacemos poco, pero creemos que basta y sobra con desearlo con todas nuestras fuerzas para que algún día sea.

Pero el tiempo pasa, y con él, crece la desesperanza. Entonces, es inevitable que nos invada un sentimiento de frustración e inconformidad con la vida y con nosotros mismos.

Pero luego, aunque nunca lo digamos, muy en nuestros adentros terminamos por reconocer que no basta desear, no basta soñar, para lograr y alcanzar es necesario trabajar fuerte, hacer todo lo humanamente posible y muchas veces cruzar el límite y hacer hasta lo imposible si fuera necesario.

Posted in Mi Tiempo

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas